El diputado Daniel Lavatelli (Frente de Todos) cobró notoriedad en las últimas semanas por varios motivos. Por empezar fue uno de los ausentes (cinco en total) en sesiones clave, como la destinada a aprobar un crédito a favor de la provincia que consiguió luz verde gracias al apoyo de la oposición. De no haber sido por ella, el Poder Ejecutivo no contaría con una herramienta que en algún momento puede resultar fundamental. Ello movió a Lavatelli a expresar “ahora se comprueba que hay una alianza con la oposición”, con lo cual tardíamente se notificó que los cambios en la Corte de Justicia o la eliminación del Consejo de la Magistratura formaron parte del “Acuerdo de Ipizca”, hoy más vigente que nunca.
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Lavatelli también participó del debate que giró alrededor de la condena por abuso sexual del intendente de la Puerta de Corral Quemado, Enrique Aybar, quien sigue en funciones porque el fallo no está firme, aunque sus posibilidades de cambiar la historia, más que difíciles, son nulas. Sin embargo, Lavatelli le dio una mano enorme a alguien que tiene semejante acusación al presentar un proyecto para intervenir el municipio belicho. Aybar, seguramente, ni soñó que podía recibir una mano tan grande de un opositor, presumiblemente desconocido para él. Ese hecho terminó de politizar un caso donde, nada más y nada menos, hay una víctima de abuso.
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¿Por qué Lavatelli le hizo este favor a Aybar? Sencillamente porque se trata de un “fierro caliente” que mantiene la UCR y no se lo puede sacar de encima, a punto tal que se apunta a modificar la carta orgánica para que ningún candidato como este intendente pueda volver a postularse. Ahora, gracias a Lavatelli, el caso está politizado y plantea un gran interrogante: ¿para qué intervenir un municipio que no tiene concejo deliberante y, a través de Asuntos Municipales, depende del gobierno provincial al que pertenece el legislador? En síntesis, fue un proyecto de despropósito que favorecía únicamente a un acusado de abuso.
El Esquiú.com