El Secretario
Oportunidad perdida. El Gobierno se “comió” un elevado costo político por los famosos sorteos que, para la compra de terrenos, lleva adelante la Capresca. Vástagos o familiares de funcionarios peronistas se anotaron para la toma de créditos y, de una manera grosera, resultaron favorecidos. Por lo tanto, la loable iniciativa queda manchada por la conducta de quienes, en este momento, son “los hijos del poder”. No decimos que la propuesta sea ilegal o cosa que se parezca, pero descontamos que hubiera sido un éxito extraordinario para el oficialismo haber lanzado este plan incluyendo y haciendo pública alguna cláusula que, explícitamente, impida que familiares de funcionarios sean mezclados con gente común y con necesidades reales.
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Decir que un beneficiario debe presentar ahora una serie de requisitos y, en un futuro, devolver el crédito, no es buen argumento para justificar una grosería. Aparte, las autoridades le sirvieron en bandeja de plata el discurso a la oposición, ávida de ahondar en cuestiones que despierten el morbo de la gente, siempre dispuesta a amplificar eventuales irregularidades o favoritismos.
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Independiente de los pedidos de informe y alguna súplica para que el sorteo se lleve a cabo nuevamente, lo repetimos, el sorteo de la discordia otorgó pábulo a dirigentes como el concejal chacarero y radical, Javier Espinoza. Se cansó de repetir que el eventual favoritismo de Capresca también llegó a Valle Viejo y, en forma especial, a Susana Zenteno. Y fue más allá de un sorteo al que considera “trucho”. Dijo que existen funcionarios que asesoran a la intendenta, pero tienen índices en el ministerio de Gobierno. “Todos nosotros, o sea el pueblo de Catamarca, les pagamos el sueldo a personas para que trabajen solamente en Valle Viejo”. No sabemos, honestamente, cuál es el problema. En términos concretos sería algo así como una adscripción, algo que se utiliza en cualquier lugar del planeta. Y convengamos que las autoridades chacareras no recibieron un municipio precisamente ordenado, al punto de no necesitar recursos humanos idóneos para producir la reorganización.
El Esquiú.com