El Secretario

sábado, 13 de noviembre de 2021 01:33
sábado, 13 de noviembre de 2021 01:33

Las investigaciones iniciadas en torno al ilegal y deleznable comercio de estupefacientes en la provincia de Catamarca, están alcanzando niveles que inquietan a la sociedad en su conjunto, y empujan a la justicia a una encrucijada de impensadas derivaciones, donde tramas y subtramas se entremezclan sin que logre divisarse el eje de la cuestión; que ya parece estar bastante lejos del combate al flagelo de la droga. Lo que mayor desconcierto genera es el peso de algunos protagonistas de las causas, ya que en los expedientes sobresalen nombres de figuras con años de trayectoria, que ante los ojos ciudadanos no se vinculan con la delincuencia, sino con la propia justicia.
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Expresiones públicas de investigadores e investigados confluyen por otra parte en nuevas instancias de durísimas acusaciones mutuas, conjunto de declaraciones en las cuales se percibe con claridad la existencia de motivaciones y pareceres que exceden un hecho puntual. Intereses cruzados, rencores personales, traiciones, favores y batallas internas se confunden al extremo de que empujan a un segundo plano la presunta comisión de un delito específico. En el complejo panorama, como estática escenografía de fondo, pero omnipresente, aparece el poder político, del cual no se conoce pronunciamiento alguno en torno al creciente escándalo.
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Es genuina la preocupación de la sociedad ante hechos que se dilatan sin respuestas concluyentes, y que multiplican las dudas sobre la naturaleza de acciones, participaciones y omisiones de unos y otros. Si las causas abandonaran su esencia para convertirse en herramientas que dirimen cuestiones de otro tenor, la situación sería realmente grave. De momento, vamos de escándalo en escándalo, cada uno con mayor repercusión que el anterior, y no se advierte que el narcotráfico se haya debilitado en ningún aspecto. Sólo tomando ese parámetro, lo que ocurre definitivamente no ofrece una buena señal. Y en cualquier caso resulta difícil imaginar que el estamento judicial catamarqueño salga ileso y sin secuelas del laberinto en el que se metió.
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