Los números ofrecidos por las urnas el domingo, a la espera del escrutinio definitivo, confirman que el tinogasteño Hugo Ávila retuvo su banca en la cámara de Diputados de la provincia y es altamente meritorio considerando la inequidad de las armas con las cuales combatió en este proceso electoral. El “Grillo” juega prácticamente solo, pero volvió a hacerse un lugar en la Legislatura y tendrá cuatro años más de representación legislativa con el Frente Amplio Catamarqueño que él mismo lidera.
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Esa solitaria banca es muy significativa y para valorarla hay que observar que es la única fuerza política que pudo conquistar un espacio compitiendo contra los gigantes Frente de Todos y Juntos por el Cambio. En una provincia con polarización extrema elección tras elección, Ávila retuvo su espacio y sólo puede leerse su participación como exitosa. De hecho, las fuerzas y partidos menores que accedieron a una banca en las últimas décadas, lo hicieron siempre a través de alianzas y frentes, integrándose a las corrientes invariablemente lideradas por peronistas y radicales, e incluso pasando alternativamente de una alianza a otra (hay varios casos de partidos chicos que hoy están con el peronismo y antes estuvieron con los radicales). El Frente Amplio se consolida así como una respetable tercera fuerza.
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El “Grillo” se exhibe ahora como uno de los pocos dirigentes que pudo traducir su enojo de manera productiva. Integrante del Frente Para la Victoria, al perder Tinogasta se alejó del oficialismo, decidió construir su propio espacio y a la luz de los resultados pudo hacerlo. Superó incluso el incidente de Walter Arévalo, su primer candidato a concejal en Capital, a quien le pidió la renuncia días antes del comicio por el escándalo policial que protagonizó. Remando contra la corriente y con muchos pronósticos desfavorables, Ávila renovó su rol de legislador sin acordar con los sectores más poderosos. Es sin duda una de las notas salientes de las legislativas, última estación electoral antes del decisivo 2023.
El Esquiú.com