El Secretario

martes, 21 de diciembre de 2021 01:00
martes, 21 de diciembre de 2021 01:00

Los resultados de las elecciones en Chile no pasaron desapercibidos en Argentina, donde generaron desde celebraciones hasta rechazos, pero nada de indiferencia. En un triunfo histórico, Gabriel Boric se impuso a José Antonio Kast por una ventaja de casi 12 puntos en la segunda vuelta de las presidenciales. El izquierdista, que cuando llegue a La Moneda el próximo 11 de marzo se convertirá -con 36 años recién cumplidos- en el presidente más joven que haya tenido el país, consiguió la victoria con el 55,86% de los sufragios, frente al 44,14% obtenido por Kast, un abogado de derecha radical. Miles de chilenos, esperanzados con los profundos cambios que promete, celebraron su triunfo, y también los argentinos que emparentan la caída de la derecha chilena con el inicio de una nueva etapa en la región.
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Su ambicioso plan de gobierno refleja muchas de las demandas del estallido social que se inició en octubre de 2019, que exigía mayor igualdad en un país dominado desde hace décadas por el libre mercado. Medidas como aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas, poner fin al actual sistema de pensiones y transformar el sistema de salud, con la idea de crear un Estado de bienestar, están entre sus propuestas. Pero la transformación que se propone Boric tendrá que hacer frente a no pocos desafíos, comenzando por una estructura fuerte del poder concentrado en los mismos grupos desde hace décadas.
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En medio de la simpatía de distintos sectores antiderecha de Argentina, se reflotó un viejo mensaje escrito por Boric en sus redes sociales que alcanzó enorme repercusión en las últimas horas, a pesar de que es de hace varios años. Se trata de un tuit que escribió el ahora mandatario electo de Chile, corrigiendo a otro usuario de la red que mencionaba las “Islas Falkland”. “Malvinas, viejo. Malvinas Argentinas”, señaló Boric, detalle no menor tratándose de un país que fue virtualmente aliado del imperio británico en el conflicto bélico de 1982. Una señal alentadora que abre la posibilidad de construir una nueva relación con nuestro vecino del Oeste.

El Esquiú.com
 

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