El Secretario

martes, 28 de diciembre de 2021 01:53
martes, 28 de diciembre de 2021 01:53

El derecho a la atención en salud está tan arraigado en la población argentina, que es común que personas que reciben tratamientos integralmente gratuitos, se quejen por cualquier detalle observado durante su tratamiento. En otros países, el menor incidente de salud, como una caída en la calle, un accidente menor o cualquier enfermedad que requiera terapia, representa erogaciones fabulosas, inaccesibles para el trabajador promedio sino cuenta con cobertura médica prepaga. Aquí, niños o adultos pueden acercarse a un hospital o centro asistencial ante cualquier dolencia y serán atendidos sin que se les cobre un centavo. Una realidad que, por ser un derecho adquirido y natural, casi no es valorada.

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Recordar ello viene al caso por la idea que puso sobre la mesa el gobernador Raúl Jalil, quien sugirió que las personas que se nieguen a vacunarse contra el coronavirus, asuman el costo que requiera su tratamiento en caso de contagiarse. Se dirá que la postura marcha a contramano del sistema sanitario que funciona en Catamarca y el país, pero en verdad parece un acto de estricta justicia. Aquellos que gritan sus libertades para rechazar la vacuna, deberían también asumir responsabilidades, y no pretender que el mismo Estado al que desoyen a la hora de prevenir, aparezca a la hora de curar.

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Porque lo cierto es que, en nombre de la libertad, hay un sector minoritario que causó grandes perjuicios al resto de la población, no sólo aquí sino en todo el mundo. Y parte de ese sector es el que se identifica como “antivacunas”. Gracias a ellos, por ejemplo, retornó el sarampión, afección que se había erradicado hace décadas. Atender a cada enfermo de COVID les cuesta a los catamarqueños un promedio de 70.000 pesos: se le paga todo, desde el lavado de las sábanas hasta las jeringas que se usan. Es maravilloso que pueda ofrecerse ese cuidado, pero también es necesario un poco de solidaridad y colaboración. No se puede ser rebelde para obedecer e implacable para exigir: el que no quiera vacunarse, que se haga cargo.

El Esquiú.com
 

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