Mientras los diputados electos alistan sus trajes para materializar el juramento de ley, lo que ocurrirá en la semana, se mantienen varias dudas en torno a cómo será el reparto del poder en la Legislatura catamarqueña. Más específicamente en la Cámara de Diputados donde no está definida la futura conducción, ni tampoco el número de bloques ni quiénes ejercerán sus jefaturas. Por lo pronto, la probabilidad mayor es que se vote la continuidad de Cecilia Guerrero como presidenta de la Cámara, aunque existen propuestas alternativas que no se expresan en voz alta, pero existen. Una de ellas es la de Ramón Figueroa Castellanos, quien viene de oficiar de jefe de campaña en la última elección. Otra la de Gustavo Aguirre, que fue el primer candidato y, sin que hagan mucho ruido, hasta quedarían en la porfía algunos “tapaditos” cuyos nombres circulan por la rosca de la política.

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Claro que para alcanzar consenso para un candidato, si se resuelve prescindir de Cecilia, conforme pudo saber este secretario, se requiere mostrar verdaderos méritos, conducta partidaria y hasta haber sostenido batallas políticas en los tiempos más difíciles para el peronismo. Frente a la posibilidad que se abra esta discusión, en la máxima conducción de la provincia no se descarta que las desigaciones –fue anticipada por esta columna a horas de la elección del 14 de noviembre- sea traspasada para la primera sesión ordinaria de 2022, esto es, en mayo próximo.

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También desde el gobierno se dejaría pasar el verano para armonizar la conducción del gabinete que acompañará a Raúl Jalil en los dos años de gestión que aún le restan y que pertenecen al mandato iniciado en 2019. Está claro que hacia marzo habrá cambios. El gobernador, por lo menos, suprimiría tres ministerios –Seguridad, Comunicación e Inversión y Desarrollo- y colocaría en ellos a personas jóvenes y de su estricta confianza, una apuesta que esbozó desde el arranque de la gestión y si no se cumplió a pleno fue por presiones partidarias. Sería el caso de Juan Carlos Ledesma, que apenas duró un par de meses en el cargo de Asuntos Municipales. Antes de asumir se había despachado con términos poco sutiles al primer mandatario y con una dura carga contra uno de sus hermanos, Fernando Jalil. Ahora que fue separado del cargo abrió fuego públicamente con una serie de cuestionamientos que, al parecer, los tenía bien guardados mientras cumplía funciones. Por ello sospechamos habrá consecuencias conexas, De hecho, hubo una clara muestra de autoridad por parte de Jalil de la que no se vuelva por más que el eventual damnificado tenga poderosos contactos o, por cuenta propia, se mida con un peronólogo bastante parecido a la teoría de la relatividad.

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De los que terminan la gestión el nombre que despierta mayores comentarios es el de Dalmacio Mera que, junto a Blas de Zamora, le cederán las sillas a Lucía Corpacci y Guillermo Andrada en el Senado de la Nación. En el caso del primero de los nombrados, perfectamente se conoce que no piensa abandonar la política y quiere seguir viviendo de ella, por lo cual se muestra muy cerca de Raúl Jalil. Existe la posibilidad que, en algún momento, ocupe alguna función en el gobierno, lo que podría provocar algún desencanto en sectores del peronismo. Por caso, el barrionuevismo, el sadismo --o lo que queda de él- y el kirchnerismo puro no lo miran con buenos ojos, por no decir algo más fuerte. Sin embargo, el bueno de Jalil trataría de buscarle algún conchavo nacional en la que Mera pueda aplicar la capacidad y experiencia que indudablemente tiene.

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Otra sórdida batalla que se desarrolla por estas horas tiene como escenario al bloque radical de Diputados. Allí la “piedra del escándalo” es el castillismo que, a pesar de haber perdido el poder partidario, todavía le quedan algunos retazos de los años gloriosos, que no fueron pocos. Por lo pronto, como lo adelantó El Esquiú, habría un grupo de cuatro o cinco legisladores que podría integrar un subbloque y, junto al PRO, pedir la conducción del interbloque. Por las veredas opuestas caminarían valores como Luis Fadel, Tiago Puente, Luis Lobo Vergara o el andalgalense Alejandro Páez, quien llegó a la banca en 2019 por los andariveles castillistas.

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Más allá de la división entre unos y otros, dentro de cada cuadro de la oposición existen otras diferencias. El candidato natural para comandar el bloque si fuera por Oscar Castillo no sería otro que Luis Fadel, un dirigente con “ficha limpia”, que dirigió la delegación del PAMI durante el macrismo y, anteriormente, fue su hombre de confianza. Pero como se trata de un derrotado en la interna del 12 de septiembre no conformaría a todos y es entonces cuando surge como eventual candidato Luis Lobo Vergara, que se ha distanciado del castillismo puro y, no hay para qué negarlo, es quien mejor relación tiene con las intendencias del radicalismo. También de este dilema podría participar Francisco Monti, el diputado nacional electo que, a su vez, es el conductor natural del comité provincial de la UCR.

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En tiempos del exFrente Cívico –hoy Juntos por el Cambio-, desde el año 1997 y hasta el 2011, las elecciones provinciales se realizaban en marzo y los cargos nacionales se dilucidaban en coincidencia con la convocatoria nacional. Se consideraba que ese método daba excelente resultados porque el oficialismo sorprendía a la oposición totalmente desarmada y, en homenaje a la verdad, era así. El radicalismo ganaba “caminando” hasta que sobrevino la gran sorpresa llamada Lucía Corpacci que, hace 10 años atrás, pudo quebrar la hegemonía que por mucho tiempo supo pronosticar el extinto Eduardo Brizuela del Moral. Algo de aquel formato electoral, por estos tiempos, se estaría pensando en el seno del gobierno. Las próximas elecciones podrían llevarse a cabo “algún domingo de marzo” (así lo señala literalmente la Constitución provincial), o sea dentro de quince meses.

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Algunos miembros de la oposición ya comenzaron a proclamar que, en tal caso, el año 2022 sería netamente político porque cerca de octubre o noviembre habría que concretar las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Podría ser que las cosas sean así, pero no sería descabellado que esas PASO se suspendan y los candidatos sean elegidos directamente por los partidos políticos a través de internas o designaciones “a dedo”, otra práctica radical que se aplicó invariablemente en aquel tiempo del Frente Cívico. Por si alguien tiene dudas de que esto es posible no hay que retrasar demasiado en el tiempo. Durante el segundo mandato de Lucía Corpacci (2015-2019) se aprobó una ley de suspensión de las PASO para el caso que el Poder Ejecutivo convocara a elecciones para marzo de 2019, lo que finalmente no ocurrió. Sin embargo, la ley de suspensión estaba y hoy el peronismo tiene número en las cámaras para mover el tablero como mejor le convenga. Por cierto, por ahora solo es una especulación. Los próximos tiempos y los números electorales determinarán la decisión a tomar.

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes” de la fecha con la memoración de acontecimientos del pasado.

En la primera semana de marzo de 1990, el entonces ministro de Economía de la Nación, doctor Antonio Erman González, anunciaba un severo paquete de medidas para enfrentar la dramática situación que vivía el país. Incluía la eliminación de 56 secretarías de estado y la reducción de las subsecretarías de 112 a 32. También el cierre del histórico Banco Hipotecario Nacional en forma inmediata y la jubilación de todos los agentes en condiciones para hacerlo y la disponibilidad para aquellos que le restaban dos años de completar las exigencias legales. Por cierto, se trataba de un ajuste casi salvaje, que iba abrir el camino a las políticas neoliberales que estaba solicitando el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, fundamentalmente, el gobierno estadounidense. Las amenazas de cierre del Banco Hipotecario, cabe destacarlo, se terminaron de concretar y provocaron gran malestar en el conjunto de la sociedad. Es que si se cerraba lo que había sido el principal banco de fomento para la construcción de viviendas, qué se podía esperar de servicios como el transporte, las comunicaciones o los ferrocarriles. Comenzaba así un plan que el doctor Menem, al menos durante la campaña, nunca lo había anunciado. Las famosas privatizaciones iban a terminar con "las joyas de la abuela" y llevarían al país por un peligroso desfiladero que iba a eclosionar en el año 2001. Con la llegada del kirchnerismo, como se sabe, pudieren corregirse errores garrafales de los años 90.

El Esquiú