Apuntes del Secretario

miércoles, 3 de marzo de 2021 00:52

Desafortunadas, como mínimo, fueron las palabras del intendente recreíno Luis Polti, quien en plena asamblea de apertura de sesiones del Concejo Deliberante de su ciudad disparó su intención de “dejar un departamento en marcha, no que sea un municipio de vagos y drogadictos”. Un exabrupto claramente innecesario, que sobresale ante todo por la ocasión que eligió para pronunciarlo. Si el don de la oportunidad se expresa en la correcta elección del momento y el lugar para hablar, puede inferirse que no le fue concedido a “Lula”. El jefe comunal se despachó con esos términos despectivos y agresivos en las circunstancias menos adecuadas.

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Incluso en un acto partidario, al calor de la euforia militante, las expresiones de Polti serían cuestionables, pero en un marco institucional, ante el recinto que reúne a los representantes de los vecinos y cuando debe ofrecer un mensaje contemplado una sola vez al año, parece inaceptable. Queda la incógnita de quiénes fueron los destinatarios de su ataque, aunque todo apunta a que se dirigía indirectamente al sindicato municipal, con el cual mantiene una tensa relación prácticamente desde que asumió. Sin ir más lejos, el gremio repudió ya sus afirmaciones. Pero queda un último desatino del intendente, que es el de utilizar con el fin de agredir la palabra “drogadicto”, cuando como líder de una ciudad debería comprender que las adicciones son un problema de salud muy serio, que no puede utilizarse como calificativo denigrante.

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No es la primera vez que Polti trasciende por noticias poco felices. En el inicio mismo de la emergencia sanitaria, cuando se rogaba a la población que permaneciera en sus casas para evitar contagios de coronavirus, el intendente decidió salir a dar un paseo recreativo para dedicarse a la pesca, actitud que le generó muchas críticas y por las cuales terminó pidiendo disculpas públicas. Y más tarde apareció mezclado en severos incidentes con una enfermera que lo denunció por maltrato, hecho ante el cual respondió con otra denuncia en la que se presentaba en realidad como víctima de agresiones por parte de la mujer. Demasiados incidentes para tan poco tiempo en el poder, que revelan que quizás debería replantearse las responsabilidades que conlleva su investidura.

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La intendenta de Valle Viejo, Susana Zenteno, no pudo todavía ofrecer el discurso previsto para el primer día de marzo. La jefa comunal debió suspender su mensaje debido a los problemas del temporal que afectó el Valle Central el día lunes, en que tenía todo listo para hablar a su comunidad en horario nocturno. Por las tareas que trajo aparejadas el fenómeno climático tampoco pudo realizarse la asamblea con los concejales ayer, pero la decisión fue realizarla hoy sí o sí. Para ello, trascendió que hay un Plan A y un Plan B, en ambos casos con la ceremonia confirmada para las 19 horas. Si el buen clima acompaña, el acto oficial será en la remodelada plaza de San Isidro, una de las obras que fue mejor recibida por los vecinos y si regresa la lluvia se trasladará todo al interior de la Escuela “Gobernador José Cubas”.

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Fue notable el despliegue dispuesto en la Capital para hacer frente a los daños ocasionados por la feroz lluvia del lunes. Cientos de trabajadores salieron a las calles apoyados por toda la maquinaria municipal para poner en condiciones la ciudad en pocas horas, un esfuerzo resuelto al mismo tiempo que se multiplicaban las tareas de asistencia a las familias más afectadas. Toneladas de arena, ramas y piedras desaparecieron así de las calles en menos de 24 horas, y ahora se aguarda que el cielo se despeje definitivamente para repavimentar las calles y avenidas rotas, labor que no puede encararse con riesgo de lluvias. Una respuesta rápida y acorde con la magnitud del fenómeno natural, que afortunadamente se logró superar sin lamentar más que daños materiales. Más allá del costo económico de las reparaciones, que no se hayan perdido vidas humanas es lo más importante.

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Trascendió sin embargo que se generó un inocultable malestar en ámbitos capitalinos, por la indiferencia de ciertas áreas de Provincia ante la situación planteada. Concretamente, el enojo estaría dirigido hacia Eduardo Niederle, ministro de Infraestructura y Obras Civiles, quien no habría ni siquiera levantado el teléfono para preguntar si se necesitaba algo en la ciudad. El hombre que maneja la obra pública provincial no aportó ni máquinas, ni logística, ni personal para ayudar a los capitalinos. “Cuando hubo problemas en El Rodeo mandó de todo, le faltó enviar un helicóptero nada más... acá se destruyó la esquina de Avenida Virgen del Valle y Prado, a metros de Vialidad Provincial, y no se acercó nadie”, se quejó amargamente un concejal que siguió de cerca el extenuante esfuerzo municipal por brindar respuestas y soluciones a los vecinos. Lejos de preocuparse por las críticas, Niederle se mostró distendido y compartió por redes sociales las alternativas de un partido de padel que jugó con amigos, según hizo público él mismo, con éxito deportivo.

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La denuncia penal de la oposición contra la ministra de Salud Claudia Palladino, se parece bastante a la técnica del lawfare tan de moda en los últimos años, y que consiste en buscar un rédito político a partir de una denuncia cualquiera, sin importar demasiado el resultado del proceso mediático-judicial que se inicia. Lo que resulta hasta cierto punto injusto es que en ese afán se arrastre a una de las personas que más y mejor trabajó durante el último año en la Provincia, una médica que se puso al frente de la batalla sin vedettismos ni chicanas; que asumió su responsabilidad sin descanso durante meses, que debió someterse constantemente a exámenes por el nivel de exposición permanente que tiene, y que incluso se infectó de COVID y retornó a su puesto de trabajo sin expresar una queja. Apuntarle a ella a caballo de un show importado desde Buenos Aires, resulta un golpe bajo de parte de la oposición, la misma que hace un año aplaudía a los médicos y ahora no distingue límites a la hora de atropellar con su propaganda partidaria.

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Más de 13.000 palabras utilizó el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, en su discurso ante la Asamblea Legislativa que marcó el inicio de un nuevo año de trabajo en el Congreso de la Nación. A diferencia de otros años, en su mensaje no utilizó en ningún momento, ni una sola vez, la palabra “Catamarca”. Sí hizo menciones genéricas al norte del país, y se refirió a las reuniones que viene manteniendo con los gobernadores del Norte Grande, región que integra al Noreste y el Noroeste, con cuyos mandatarios -incluido el catamarqueño Raúl Jalil- ya se encontró en diversas ocasiones. La próxima sede de estos encuentros será precisamente Catamarca, en poco más de dos semanas, pero contrariamente a lo ocurrido en anteriores reuniones, no está previsto hasta el momento que participe el jefe de Estado nacional. A propósito, por variadas circunstancias, a 15 meses de haber asumido el cargo en Casa Rosada, Alberto no pudo visitar nunca esta provincia.

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Raúl Jalil volvió a dialogar con su par tucumano, Juan Manzur, con una agenda de obras de interés común que incluye el complejo Potrero del Clavillo. Se comienza a escribir así un nuevo capítulo de una historia de frustraciones que se encamina al medio siglo sin mayores avances. Es un proyecto de aprovechamiento hidroeléctrico que tuvo un principio de ejecución en los años 70, pero fue detenido por orden de las autoridades de la última dictadura militar.  Se trata de un gran embalse, más de diez azudes de derivación y centrales hidroeléctricas. El proyecto fue realizado en su primera versión en la década de 1960, y en el año 1974 fue oficialmente inaugurado, con la construcción de un obrador y algunas instalaciones menores. Después del golpe de Estado de marzo de 1976, el ministro de Economía Martínez de Hoz ordenó detener las obras y destinó los fondos al estadio mundialista de Mar del Plata. Hubo desde entonces muchas gestiones infructuosas por reactivar la obra, que recién volvió a ser considerada seriamente en la gestión de Cristina Kirchner, y discursivamente se retomó en la gestión de Mauricio Macri para derivar en la enésima decepción. Si se logrará ahora avanzar es una incógnita, pero vale el intento.

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RECUERDOS. Sin mayores evocaciones, se cumplió ayer un nuevo aniversario del histórico y lamentable episodio de la quema de urnas, que terminó con la interrupción de la jornada electoral del 2 de marzo de 2003. Catamarca debía elegir gobernador, y la justicia había proscripto al peronista Luis Barrionuevo, con el argumento de que no residía en su tierra natal. El gastronómico se consideró proscripto, al señalar que los cuatro años con domicilio aquí no eran más que un tecnicismo, una artimaña para dejarlo fuera de la competencia electoral, toda vez que siempre había mantenido sus vínculos con la provincia. Con ese malestar subyacente la votación comenzó, y a media mañana se multiplicaron los incidentes, hasta que el comicio quedó suspendido por decisión del entonces gobernador Oscar Castillo. La trastienda de los incidentes y del rol que jugó aquel gobierno en el proceso fueron largamenta desmenuzadas, y la naturaleza de las imágenes captadas ese día aseguraron al caso gran repercusión e impacto nacional. Al cabo, las elecciones se trasladaron el 24 de agosto, y allí Eduardo Brizuela del Moral le ganó a Liliana Barrionuevo, la hermana de Luis, para extender la racha victoriosa del ya desaparecido Frente Cívico y Social.

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