De manera casi silenciosa, mientras el interés mediático se concentra en las alternativas de la pandemia y sus efectos económicos, una creciente preocupación se apodera de los vecinos del Valle Central, en especial de la zona urbana de la Capital, donde la delincuencia muestra una escalada cada vez más llamativa. Como en su mayoría son hechos que no involucran sumas millonarias de dinero, ni hay víctimas fatales por los ataques, los actos de los malvivientes suelen pasar bastante desapercibidos. Individualmente ninguno de estos casos parece merecedor de las primeras planas, pero la acumulación y multiplicación de sucesos ya es de temer.
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Se trata de una modalidad delictiva en franco ascenso, que mezcla los clásicos arrebatos con expresiones mucho más violentas, en las cuales los ladrones no cuentan con ninguna clase de código a la hora de actuar. Niños, ancianos y mujeres son víctimas predilectas de los cobardes atacantes, aunque también hombres adultos sufrieron la prepotencia de quienes actúan al margen de la ley. A plena de luz de día y en la oscuridad de la noche, en la zona céntrica o en los barrios, trasladándose en moto o en otros vehículos, los violentos no distinguen escollos al momento de agredir. Pequeños que juegan en la puerta de su domicilio, mujeres que salen de compras, todos se enfrentan a un riesgo latente, que ya empieza a dar señales de descontrol.
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Es momento de diseñar algún sistema o mecanismo de prevención y asistencia más ágil, porque el ciudadano común se siente desprotegido y queda a merced de los delincuentes. Por mucho esfuerzo que se dedique a patrullar las calles, la tarea no está dando buenos resultados y esa situación de desamparo es doblemente peligrosa. Por un lado, porque abre las puertas para que el delito se siga expandiendo y por otro, porque hay mucha tensión en las víctimas, que tarde o temprano podrían actuar por mano propia. Catamarca es un lugar cada vez más inseguro y revertir este panorama debe incluirse en la agenda oficial, al margen de la urgencia por resolver otras cuestiones. 
El Esquiú.com