El Secretario
Cuando lo extraordinario se convierte en ordinario, es señal de que algunos códigos y realidades han cambiado y es precisamente lo que se advierte en el Congreso de la Nación. El parlamento es el recinto de debate por excelencia, y por ello las disidencias y discusiones forman parte de la misma esencia de la labor legislativa. No se tiene memoria de un Congreso sin discusiones o pulseadas dialécticas, característica que marcharía contra natura de la actividad político-partidaria. Y en ese contexto, una herramienta vital es la tolerancia, base imprescindible para la convivencia.
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¿Se ha perdido esa premisa? Bastante y un detalle lo prueba: sólo en este joven 2021, que apenas empieza a transitar el mes de abril, ya se presentaron siete proyectos para reclamar la exclusión del cuerpo de otros tantos legisladores. Cualquier roce o desencuentro, hoy da lugar a un pedido de expulsión, instancia que antes estaba reservada para episodios claramente más graves. El último incidente fue protagonizado por el legislador Fernando Iglesias, quien dijo haber sido “agredido” por Carlos Vivero, y reclamó una inmediata sanción. Pero no fue un caso aislado ni mucho menos: este año ya se habían presentado proyectos para apartar de la cámara de Diputados a Ricardo Buryaile, Eduardo Valdés, Juan Benedicto Vázquez, Alfredo Cornejo, Francisco Sánchez y Martín Soria.
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Si bien suspensiones e impedimentos para asumir son más frecuentes, hay un artículo en la Constitución Nacional, el número 66, que contempla directamente las expulsiones, algo que rara vez sucede, aunque se insista tanto por estos días. Curiosamente el primer caso registrado fue de un catamarqueño, Pedro Ferré, representante de Catamarca en la Convención Constituyente de 1853, por negarse a seguir actuando en las sesiones posteriores a la sanción de la Constitución, argumentando que su mandato era sólo para redactar el texto constitucional. Y el último caso también fue un catamarqueño: Ángel Arturo Luque, víctima del circo político armado a cuesta del horrendo crimen de María Soledad, hace ya 30 años.
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