Apuntes del Secretario

miércoles, 7 de abril de 2021 00:40
miércoles, 7 de abril de 2021 00:40

El teléfono descompuesto sigue a la orden del día en el universo mediático, y esta vez trascendió desde Catamarca a gran parte del país, como consecuencia de una medida que se fue deformando en su transmisión hasta convertirse en una información completamente distinta a la original. Todo comenzó a última hora del domingo, cuando el Ministerio de Educación de la Provincia informó que quedaban suspendidas las clases presenciales en cuatro municipios, a modo preventivo por el avance de los casos de coronavirus que se detectaba en esas localidades. Los afectados temporalmente -se anunció que las clases se retomarán el próximo lunes 12 de abril- fueron Capayán, Andalgalá, Pomán y Santa María. Cuatro municipios entre los 36 que tiene Catamarca, lo que significa claramente una medida parcial y reducida, a tal punto que Mutquín (cercana a Pomán) y Aconquija (cercana a Andalgalá), continúan normalmente porque no hay ningún brote en esas jurisdicciones. Esa era la información: cuatro municipios sin asistencia a las aulas por cinco días.

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Pero como suele suceder en los últimos tempos, cada colega que “levantaba” la noticia la iba decorando con suposiciones propias, y la bola de nieve fue creciendo al extremo de que comenzó a informarse en medios nacionales que la situación en Catamarca era crítica, que se vivía poco menos que un caos por los contagios en ámbitos educativos, que los gremios pedían la paralización de la enseñanza y que cerrar las escuelas era todo lo que podía hacerse para frenar los casos de covid entre alumnos y maestros. Una gran noticia y muy vendedora, pero que ya no guardaba ninguna relación con el panorama real.

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El problema surgió porque la confusión se multiplicó rápidamente, y muchos padres empezaron a expresar su lógica inquietud, preguntándose si exponían a sus hijos al enviarlos a la escuela. Para frenar la marea de desinformación, se vio obligada a salir a aclarar la situación la ministra de Educación, Andrea Centurión, quien explicó que el cuadro era inverso al erróneamente difundido: no se cerraban las escuelas como foco infeccioso, sino para prevenir eventuales contagios. “La escuela no es el foco de contagio. Con la correcta y estricta aplicación de protocolos, las escuelas no son espacios de contagio. No obstante, el cierre de los establecimientos educativos se debe a la cantidad de casos en relación a la cantidad de habitantes que se han incrementado, por ende lo que se busca es evitar la circulación y proteger no solo a la población en general sino a la comunidad educativa”, señaló Centurión.

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La segunda ola de COVID, mientras tanto, sigue tomando forma, pero la posibilidad de retornar a un aislamiento total y estricto como en 2020 parece cada vez más lejana. Quizás el cuadro epidemiológico justificaría un retroceso a la Fase Uno o Etapa Roja, como se prefiera denominar; pero ahora la situación económica torna casi insostenible otra cuarentena. Así lo expresó sin rodeos el ministro de Economía, Martín Guzmán: “hoy la economía no podría soportar un cierre total”, indicó. El funcionario recordó que hay sectores que todavía padecen los efectos de la inactividad del año pasado, aunque a la vez remarcó que se registran ciertos indicadores de crecimiento y recuperación. En realidad Guzmán le puso palabras a un sentimiento generalizado, ya que parece inimaginable volver a cerrar comercios, locales gastronómicos, hoteles, empresas de transporte, etc. Todos parecen coincidir en ese punto, pero las dudas perduran por lo que ocurre en Europa, donde la intensidad de la segunda ola de contagios obligó a retomar los aislamientos. ¿Qué sucederá aquí cuando comience el invierno? Es una incógnita.

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Caló hondo en el equipo de trabajo del Hospital de Niños “Eva Perón”, la renuncia del director Miguel Morandini, quien durante cinco años estuvo al frente del mayor centro asistencial pediátrico de Catamarca. Sin mayores precisiones sobre los motivos que lo llevaron a tomar la “indeclinable” decisión de abandonar el cargo, el médico adujo simplemente “razones personales” y puso punto final a un lustro de trabajo en el histórico hospital. Si algún descontento lo empujó a dimitir, es algo que el profesional prefirió no ventilar por el momento, ya que optó por alejarse en paz y sin polémicas. Al margen de esta situación puntual, fue unánime el reconocimiento a su labor, dedicación y entrega, especialmente en estos trece meses de pandemia en que debieron modificarse todas las rutinas hospitalarias, con una intensidad de trabajo extenuante. El propio Morandini se contagió de coronavirus, pero demostró estar siempre a la altura de las circunstancias. El reconocimiento de sus pares y de los auxiliares del nosocomio pediátrico parece ser la prueba cabal de su buen desempeño, aunque no deja de llamar la atención que se vaya justo cuando se anunciaron importantes inversiones en hospitales, a partir del envío de 50 millones de pesos desde Nación para ese fin.

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El clima electoral va ganando presencia. La ciudadanía se mantiene apática y con los comicios intermedios bastante alejados de sus preocupaciones cotidianas, pero para la clase dirigente rige otro termómetro, en el que la proximidad de la campaña acelera el pulso de varios actores. Aun sin precisiones sobre la fecha de la votación y con el calendario electoral envuelto en incógnitas, son muchos los políticos de primera, segunda y tercera línea que apostarán buena parte de su futuro en las próximas elecciones. Naturalmente, para ellos la realización o suspensión de las PASO no es la cuestión central, sino la conformación de las listas de candidatos.

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Las pujas empiezan a ganar forma en todos los ámbitos, pero asoman más encarnizadas en cargos menores, porque para ubicarse en el puñado que competirá por acceder o conservar una banca en el Congreso de la Nación, el cupo de aspirantes es bastante más reducido. Son espacios como las concejalías y la integración a la lista de diputados provinciales, los que generan expectativas en decenas de funcionarios, dirigentes, pseudodirigentes y militantes que sienten que merecen una oportunidad. Particularmente en las filas del oficialismo, la ronda de intrigas y reuniones tendientes a posicionarse crece a ritmo febril, con muchos sectores diferentes listos para reclamar su porción de la torta.

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Con razón o sin ella, la premisa que se instaló en el peronismo es que la llave que puede asegurar la inclusión en la nómina de postulantes tiene nombre y apellido: Lucía Corpacci. Calculan los compañeros que Raúl Jalil resolverá -en diálogo con la propia Lucía y con Nación- quiénes encabezarán las boletas con los cargos destinados al Parlamento nacional, reservándose al mismo tiempo la posibilidad de compensar a algún sector postergado con espacios en el Ejecutivo; mientras que la exgobernadora y presidenta provincial del Partido Justicialista, tendrá la lapicera para definir, una vez más, la decena de puestos con victoria casi asegurada para sumarse a la Legislatura. El “boca a boca” circula muy rápido, y el teléfono de la exmandataria no tiene descanso entre quienes buscan su bendición, más allá de que las nóminas -históricamente-se terminan de confeccionar minutos antes del cierre de los plazos de presentación.

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RECUERDOS. La primera semana de abril fue muy convulsionada en Catamarca durante el año 1993. La situación política provincial estaba enrarecida por la elección del senador nacional que debía reemplazar a Julio Amoedo –el cargo estaba vacante desde el 10 de diciembre de 1992- y todo se iba a complicar a extremos pocas veces imaginado. Parte del peronismo, con el senador Adolfo Giordani a la cabeza, participaría del incidente que pasó a la historia como la “asamblea trucha” de la Caja de Ahorros, en correspondencia por la sede donde se llevó a cabo. En ese encuentro, el peronismo hizo jurar a cuatro diputados teóricamente suplentes del bloque llamado FENCa. (Manuel Leónides Moreno, Roque Molina, Olga Chaile y Cayetano Funes) y llevó a cabo una sesión completamente irregular, como que ni siquiera había sido convocada por autoridades competentes. En ella fueron elegidos senadores nacionales Alicia Saadi de Dentone para el período 1992-2001 y Atanasio Carrizo para el tramo 1992-1995, que todavía debía cumplir Alicia. Inmediatamente de cumplido este arrebato, Giordani, con las “actas truchas”, en el Chevy del diputado nacional Ferradás, marchó hasta el aeropuerto para tomar un avión que había mandado la firma Bulgheroni, muy ligada al Gobierno nacional de aquel entonces. No pudo partir a Buenos Aires por la oportuna intervención de la Justicia y la Policía Federal, que impidieron la salida del avión. En el “Felipe Varela” hubo serios cruces en los que llegaron a exhibirse armas de fuego, episodio que ocupó la atención pública largo tiempo.

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