Largos años de falta de crecimiento económico y el endeudamiento sostenido con inversionistas privados y/o el Fondo Monetario Internacional han puesto a la Argentina de rodillas ante el mundo. Desde finales del gobierno de Mauricio Macri no hay puentes para tomar créditos y los gastos de la pandemia, para salir del fango en que hemos caído, demandan hoy negociaciones de todo tipo. Sin embargo, aunque no se promocionen en abundancia, hay datos que alientan esperanzas de un futuro mejor. La deuda con los bonistas ha sido postergada para 2025 y con el FMI los entendimientos previos hacen pensar que el ministro Guzmán llegará a buen puerto en la ingrata tarea que le encomendaron.
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Aparte, entre los indicadores de la mentada recuperación hay que apuntar que, según informes certeros -no han sido rebatidos por las grandes consultoras-, la inversión bruta interna creció en el último año casi un 50% en términos reales, lo que no se daba desde hace mucho tiempo. Esta inversión se refleja en equipos de producción o construcciones, inversiones tangibles que ponen en marcha el motor de la economía a nivel federal y crean trabajo. Un solo dato al respecto: la industria suma cinco meses de avance y en marzo marcó un 32.8% de crecimiento.
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El análisis de marras, además, señala que existen claras perspectivas para mejor la performance del país, especialmente después que pasen los efectos devastadores de la pandemia que castiga sin piedad el déficit fiscal y a la cual se combate con un plan de vacunación que no es nada gratuito. Su mantenimiento y proyección cuesta importantes dineros públicos que pagamos todos los argentinos. Volviendo a la idea de la Casa Rosada de apostar a la producción, el empleo y el bienestar de la gente, hay que decir que se trata de una muy buena noticia para Catamarca que, ya se percibe, va a recibir financiamiento para obras de distinta envergadura en varios puntos del territorio como no recibió durante el período 2015-2019, en el que no se firmó ni tan siquiera un miserable contrato.
El Esquiú