El Secretario
La huida del diputado macrista del Parlasur Fabián Rodríguez Simón generó sorpresa e indignación en ámbitos políticos y judiciales, menos por la evidente intención de eludir la acción de la justicia como por los argumentos con los cuales intenta justificar su maniobra. En efecto, el legislador del Parlasur conocido como “Pepin”, cruzó el Río de la Plata para pedir formalmente “asilo político” en tierras charrúas, argumentando persecuciones y temores impropios del rol que desempeñó en los últimos años. “Pepin” es un reconocido operador macrista, promotor de innumerables causas judiciales ejecutadas a las órdenes de Cambiemos, incluyendo maniobras extorsivas que le otorgaron un rol activo y protagónico en el auge del lawfare. A medida que se desmoronó el circo, su suerte comenzó a cambiar. Sin protección y más expuesto que lo aconsejable, se acercaba al momento de rendir cuentas sobre su accionar.
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Fue allí que Rodríguez Simón ignoró la prohibición que le habían impuesto para abandonar el territorio nacional y pidió refugio tras “cruzar el charco”, advirtiendo que se sentía amenazado y desprotegido ante una posible detención. Prospere o no en su jugada, se aseguró ya unos tres meses de tranquilidad, los necesarios para que Uruguay resuelva qué hacer con el trámite que inició.
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Es una situación bastante parecida a una burla, por parte de quien manipuló el sistema judicial del que ahora dice desconfiar, mutando de victimario a “víctima imaginaria” de procedimientos que él mismo deformó en una herramienta política non sancta. Una falta de respeto a la Justicia, a la República y sobre todo a los miles de auténticos perseguidos de este país, que huyeron dejando compañeros muertos y desaparecidos, intentando sobrevivir con sus familias, sin vigencia de derechos civiles y constitucionales que les brindaran elemental amparo. Algunos no pudieron regresar jamás. Otros volvieron para reencontrarse con ausencias y tierras arrasadas. Echar mano a tan delicado tema como pretexto debería considerarse una falta en sí misma, por parte de una Justicia que deberá crear anticuerpos para sanar, convirtiendo en fortalezas sus propias debilidades.