Desde la bancada periodística

Alfonsinismo y Kirchnerismo: movimientos con más semejanzas que diferencias

sábado, 22 de mayo de 2021 01:32

Cuatro meses antes de su muerte, descansando en su casa, Raúl Ricardo Alfonsín recibió un inesperado llamado telefónico.

Con más de 80 años y su nombre marcado a fuego en la historia argentina del Siglo XX, el caudillo radical escuchó con sorpresa que lo invitaban a un acto en Casa Rosada.

Debía volver allí donde llegó triunfal para cerrar los oscuros años de la dictadura. Allí donde decidió enjuiciar a las juntas militares, donde frenó los sublevamientos rebeldes; allí donde debió renunciar a la Presidencia jaqueado por la hiperinflación.

Y volvió. Lo esperaban la presidenta Cristina Kirchner y su esposo, el expresidente Néstor Kirchner. Las mayores figuras del radicalismo y el peronismo desde la época de Yrigoyen, Perón y Evita, se reunían en un encuentro histórico.

Fue en diciembre de 2008, y no hubo chicanas ni discursos partidarios. Se cumplían 25 años del retorno de la democracia, y el gobierno peronista rendía homenaje descubriendo el busto de Alfonsín.

Raúl rechazó los elogios al indicar que “lo logramos entre todos los argentinos”.

- Lo quiera o no, usted es el símbolo del retorno a la democracia en la República Argentina, le respondió Cristina.

El antagonismo de las banderas partidarias no se interpuso en ningún momento, y toda la ceremonia fue cálida, respetuosa y sincera.

Dos décadas separan en los calendarios el inicio de los mandatos de Alfonsín y Kirchner. Y aunque las adhesiones mayoritarias sigan emparentadas con sus cunas ideológicas, UCR y PJ, una clara perspectiva histórica revela que están mucho más cerca de lo que parece.

A las pruebas

Alfonsinismo y kirchnerismo coinciden, cada uno en su época, en el enfoque, la visión y objetivos de temas centrales, así como en la estatura y características de sus principales adversarios.

Rápidamente emergen como ejemplos la Ley de Divorcio del alfonsinismo, y la Ley de Matrimonio Igualitario del kirchnerismo. En ambos casos la Iglesia salió con los tapones de punta y sin embargo la sociedad acompañó mayoritariamente los cambios, de profundo significado social.

Las políticas de Derechos Humanos de uno y otro movimiento son también coincidentes en su esencia, reflejada con nitidez en el Juicio a las Juntas durante el alfonsinismo, y la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida durante el kirchnerismo.

Y en ese terreno ambos gobiernos enfrentaron una áspera y constante resistencia.

Sus caminos también muestran adversarios fuertes y comunes.

Cierta vez, en un programa político de televisión le preguntaron a un diputado (Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda eran los periodistas, Jorge Rivas el entrevistado), qué era lo mejor que tenía el kirchnerismo. “Sus enemigos”, respondió sin dudar.

También en ese espinoso campo Alfonsín y los Kirchner se encuentran de la misma vereda: el Grupo Clarín, la Sociedad Rural, roces con un sector de la cúpula eclesiástica aparecen y reaparecen en las crónicas de las dos gestiones.

El capital agrario se opuso a los dos gobiernos, y tanto Alfonsín como Néstor y Cristina enfrentaron el escarnio, la agresión, los insultos y el ensañamiento del “campo” (que no son los trabajadores rurales sino los poderosos latifundistas exportadores, que quizás transcurren toda su vida sin tocar la tierra).

Ambos compartieron un discurso claro y concreto contra las corporaciones, ambos apostaron fuerte a la asistencia social, que persiguió el mismo objetivo bajo distintas formas: Caja PAN (Plan Alimentario Nacional), Asignación Universal por Hijo, planes sociales.

Ambos apostaron a la transversalidad, Alfonsín con su “tercer movimiento histórico” para seducir peronistas, y Kirchner con la Concertación Plural que atrajo a varios radicales K.

Las apuestas resultaron en alianzas, más o menos duraderas. Alfonsín, por caso, tuvo un entendimiento perfecto con los Saadi en Catamarca. El Frente Cívico y Social de Eduardo Brizuela del Moral apenas ensayó un romance fugaz con Kirchner.

Así les fue: el saadismo ganó sus elecciones cómodamente y se derrumbó recién con Carlos Menem, por circunstancias distintas y bien conocidas. El FCS se desplomó apenas enfrentó a Kirchner, a diferencia de otros correligionarios, como el santiagueño Gerardo Zamora, que no le soltó la mano y todavía está gobernando. Pero esa es harina de otro costal.

Alfonsinismo y Kirchnerismo fueron rebeldes, contestatarios y declarados enemigos de las “relaciones carnales” con Estados Unidos.

Alfonsín se plantó con notable coraje ante Ronald Reagan en la mismísima Casa Blanca. Cristina ofreció un discurso tremendo en la cara de Barack Obama, denunciando el terrorismo económico de los buitres yankees.

Ambos sufrieron ataques desestabilizadores y miraron el pasado con proyección de futuro. Progresismo, populismo, socialdemocracia, nacional y popular, son calificativos que, despojados o no de la malicia con que se los puede vestir, aplican indistintamente para unos y otros.

Martín Rodríguez, autor del libro “Orden y progresismo. Los años kirchneristas”, sostiene su impresión de que el kirchnerismo es casi un espejo actualizado del alfonsinismo: “La hoja de ruta del alfonsinismo está en el kirchnerismo. Por empezar comparten el sujeto: el kirchnerismo y el alfonsinismo son movimientos de clase media, de los sectores más progresistas de la clase media. Hay más 83 que 73 en el kirchnerismo”.

Más lejos fue Leopoldo Moreau, el más kirchnerista de los radicales, quien observó que las políticas de los Kirchner fueron directamente la continuidad de las ideas de Alfonsín. Y señaló que, al escoger una estrategia basada en oponerse primero y preguntar después, la UCR traicionó sus propias raíces atacando iniciativas kirchneristas.

Por caso, el bloque radical no acompañó la Ley de Servicios Audiovisuales; la estatización de los fondos en manos de las AFJP y el rol otorgado al Banco Nacional de Datos Genéticos, creado por Raúl Alfonsín. Esta posición implica sostener el argumento de que las principales medidas de las administraciones kirchneristas fueron una continuación de las políticas impulsadas por el gobierno alfonsinista. Así, la integración latinoamericana sería la continuidad del impulso otorgado en los años ochenta a la integración comercial con Brasil, antesala de la creación del Mercosur. La Ley de Matrimonio Igualitario hubiera sido impensable sin los avances de la patria potestad compartida, el divorcio vincular y la equiparación entre los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio. También el rechazo a la sumisión ante EE.UU. y el ya citado terreno de los derechos humanos, donde sería muy difícil mantener viva la memoria histórica del terrorismo de Estado como hizo Kirchner si no hubieran existido la Conadep y el Nunca Más. Tampoco hubiese habido condenas a los genocidas sin el juicio a las juntas. Alfonsín también entró en conflicto con la oligarquía agropecuaria y hasta identificó a “la derecha” como el obstáculo de las transformaciones en favor de las mayorías populares.

Conclusión

Hay diferencias también: imposible desconocerlo. Pero ni empujando la imaginación al extremo se podría ubicar a Alfonsín en este radicalismo actual, derrotado y desordenado, que se debate entre la intrascendencia y la mendicidad de espacios detrás de la cúpula macrista.

Es objetivamente indiscutible que su política estuvo más cerca de los Kirchner que del fugaz y triste derrotero del líder PRO.

Tampoco hace falta especular tanto, alcanza con remitirse a las palabras del propio Alfonsín, quien calificó a Elisa Carrió de “enemiga del radicalismo”, y la describió como “la peor enemiga, porque es hipócrita”; al tiempo que aclaraba que “la concertación que queremos hacer tiene límites, no podemos aliarnos con la derecha. La derecha es Macri, y no podemos traicionar nuestros principios”.

Al parecer, muchos radicales se aferraron a Alfonsín como figura fetiche para nombrar a cada paso, pero dejando de lado aquello que proclamaba. Despejadas estas verdades, el camino se ve más simple, y entender el presente resulta bastante sencillo.

El Esquiú.com

37%
Satisfacción
0%
Esperanza
50%
Bronca
6%
Tristeza
0%
Incertidumbre
6%
Indiferencia

Comentarios

27/5/2021 | 13:11
#149006
Realmente, como lector de El Esquiú, me da mucha pena esta nota. Creo que no había necesidad de desilusionarnos de esta manera.
22/5/2021 | 21:28
#149005
Si ésta fuera la opinion personal de alguien, vaya y pase, pero que El Esquiu lo tome como un editorial, estaria muy desviado de la imparcialidad y objetividad periodistica que debiera tener un medio
22/5/2021 | 19:01
#149004
El artículo solo es una apreciación periodística, sin fundamento serio. No es lo mismo la social democracia impulsada por Alfonsín al Populismo de los kirchenristas. El Esquiu al tomar la nota como editorial debo entender que coincide con el análisis. Ojalá me dieran la posibilidad de publicar una reflexión en sentido puesto
22/5/2021 | 15:37
#149003
Que pena que El Esquiú haya permitido que como editorial suya se publique esto; decir que había pocas diferencias entre Alfonsín y los Kirchner es un deliberado insulto a la figura y a la memoria del Padre de la Democracia que murió modestamente al igual que Irigoyen e Illía. Que pena me da como fiel lector.
22/5/2021 | 13:11
#149002
Hay que tener un pensamiento muy retorcido para comparar un demócrata republicano, y sobre todo un hombre de buena fe como Alfonsin, con un simple ladrón sin escrúpulos como Nestor
22/5/2021 | 12:17
#149001
Pocas diferencias? Yo creo que son muchas jajajaja Con los hoteles del calafate nomás jajajaja
22/5/2021 | 02:32
#149000
para los radicales este articulo, para que recuperen la memoria

Otras Noticias