Apuntes del Secretario

domingo, 20 de junio de 2021 01:11
domingo, 20 de junio de 2021 01:11

Hasta hace 10 días atrás prácticamente no se lo nombraba. Las últimas referencias suyas tuvieron que ver con la fallida interna del mes de febrero que, por segunda vez en dos años, consagró como autoridades a dirigentes radicales del palo suyo que ningún afiliado los votó. Obviamente, nos referimos a Oscar Castillo, sobre el que hace rato pronosticamos que no piensa dejar los cargos que ejerce –senador, convencional, mandamás de hecho etc- y las prerrogativas que tiene al alcance de la mano en el Congreso de la Nación. Pero, ¡oh casualidad!, cuando apenas quedaban unos 40 días para el cierre de listas y no 34 como ahora, apareció ganando los titulares el diputado Víctor “El Gato” Luna” diciendo que algunos cargos “no son para improvisados”, a partir de lo cual aludió a su jefe de todos los tiempos, de quien indicó “Castillo tiene historia y experiencia”. Si repasamos la historia del país y la provincia, deberíamos darle la razón al eterno legislador de La Paz (tiene 4 mandatos de senador departamental y dos diputaciones provinciales, una de las cuales finaliza el 10 de diciembre próximo), en el sentido que el Senado de la Nación tuvo grandes figuras como Lisandro de la Torre, Domingo Faustino Sarmiento, Figueroa Alcorta, Antonio Cafiero, Raúl Alfonsín y, entre los catamarqueños, Vicente Saadi, Duilio Brunelllo o Pedro Guillermo Villarroel. El problema para refrendar los dichos de Luna es que ninguno de los nombrados se parece a Castillo, aunque éste tenga, efectivamente, “historia y experiencia”.

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También debería saber el diputado Luna que para ser senador nacional –el cargo que abrirá el voto de este año-, además del historial, hace falta capacidad, atributo que no adorna la figura de Castillo. En sus años como político (tiene una diputación provincial, 2 diputaciones nacionales, una gobernación y 3 períodos de senador nacional, en este caso de 6 años cada uno) no se le recuerda haber presentado un solo proyecto importante a favor de Catamarca, ni mucho menos haber improvisado discursos que hayan impactado en las grandes temáticas de la Argentina. Por lo tanto, después de 34 años de vivir de fabulosos presupuestos públicos que lo convirtieron en millonario, lo de Víctor Luna no resulta convincente ni para los radicales ni para los ciudadanos en general. Darle 6 años más a Castillo únicamente serviría para establecer un dato estadístico que ningún catamarqueño pudo lograr: completar 40 años en los principales cargos que puede ofrecer un partido más que centenario como la UCR. En todo caso, ya que Luna se metió en la discusión como un cohete teledirigido, este secretario podría afirmar que el radicalismo tiene hombres que saben improvisar, tienen historia y experiencia, y por si fuera poco les sobra capacidad. Damos al pasar dos nombres: Horacio Pernasetti y José Furque. Ambos brillaron con luces propias en el Congreso de la Nación. Aparte de ellos, hay otros jóvenes y no tan jóvenes –Guzmán, Monti, etc- que tranquilamente podrían discutirle merecimientos a quien parece concebir a la UCR como un legado familiar.

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Más allá del lanzamiento virtual que hizo Luna (¿no estará buscando su propia reelección, que sería la séptima al hilo?), queda muy claro que este año Castillo puede ser precandidato en las PASO, pero para consagrarse candidato deberá superar algunos escollos que ya se divisan en el firmamento de “Juntos por el Cambio” y tienen nombre propio. Uno de ellos es José “Chichi” Sosa, alguien que ha mantenido conducta partidaria y, al revés de Castillo, fue un ferviente defensor de definir los cargos por internas de distinta naturaleza. Recordemos que, en 2013, se le animó a Brizuela del Moral que venía de ser gobernador y era el dirigente con mayor intención de voto de ese momento. Aunque perdió, tuvo una dignísima performance al lograr casi 7.000 votos, una cifra que hace ocho años alcanzaba para ganar una banca provincial. Fuera de Sosa, aunque no lo diga, quien estará en la porfía será el médico Roberto Gómez, excandidato a gobernador que en las PASO de 2017 logró reunir cerca de 30.000 adhesiones. A ellos dos, aunque no está decidido, podrían sumarse otros pretendientes como el nombrado Pernasetti o el joven Francisco Monti, quien quedó al frente del comité provincial tras el desgraciado fallecimiento de Marita Colombo. Tampoco puede descartarse al rector de la UNCa., Flavio Fama, que se metió de lleno en la arena política o a Alfredo Marchioli, que trabaja como pocos lo hacen en los debates de fondo del quehacer provincial. En síntesis: si Castillo se anota para un nuevo desafío, como pretende Víctor Luna, se descuenta que tendrá que conseguir los votos por su propia cuenta y con la ayuda de recursos importantes, que podrían llegar desde las canteras macristas. Posiblemente ya no estará Brizuela del Moral para arrastrarle votos y menos para ser candidato (¿ o si?) porque, en términos reales, sin méritos, acaparó los cargos de la UCR como ni el mismo Castillo lo hizo.

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Para terminar con Castillo. El año pasado brindó una nota a radio Valle Viejo y en medio de preguntas generales, el periodista Víctor Preli le consultó por su trabajo específico durante décadas y si pensaba en una nueva reelección. Enfurecido respondió que si hubiera sabido que la consulta pasaba por estos temas no hubiera dado el reportaje. Claro, comprendemos, no le gustan preguntas comprometedoras, pero aclaró que a él siempre lo eligieron para que fuera candidato o precandidato. Tiene razón: esta vez lo eligió una preclara figura como el diputado Luna. Y en medio de la presente semana, por otro medio adicto al ciento por ciento, aclaró que no irá por la reelección. ¿Por la reelección de senador nacional será? Quizá busque entonces la diputación nacional y que otro le lleve los votos, que bien podría ser Brizuela del Moral. “El gordo”, como le llaman, acaba de salir de un prolongado mutismo dando cuenta de un peligroso proyecto de nacionalizar la explotación del litio. ¿Desde cuándo le interesa el litio a quien no habla de ningún tema desde que asumió como diputado nacional? ¿O será que Castillo, por su viejo caudal electoral, ha pensado esta vez que vaya como senador nacional? En fin, todo es posible concebir cerca de la millonaria finca de Ipizca.

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Lo que si se descuenta, en términos electorales, es que esta elección de medio término será muy distinto a la que, en 2019, consagró a Raúl Jalil como gobernador. Lo aceptó la propia diputada nacional Lucía Corpacci al afirmar “las elecciones intermedias son siempre difíciles para el oficialismo y ahora más que nunca”. El dato concuerda con la caída del peronismo en 2013 (captura de casi todas las senadurías aparte) cuando, aunque fuera por un puñado de votos, Brizuela del Moral aventajó a Néstor “Chicho” Tomassi. O en 2017, cuando Cambiemos se impuso en la Capital al peronismo en la categoría diputado provincial. 2019, ya se sabe, fue una avalancha antimacri y allí se produjeron diferencias abismales que, de acuerdo a cualquier encuesta, no se repetirán ni en septiembre ni en noviembre próximos. Un muy buen dato para que la oposición haga las cosas bien y presente una oferta electoral que despierte esperanzas entre la gente. Si repite los odiosos esquemas de reelección, sus chances caerán de pique al suelo.

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La gran mayoría de los legisladores, aunque no lo digan abiertamente, apuntan a seguir en las cómodas butacas de la Legislatura. Aparte de Víctor Luna, hay dos que por sus movimientos no quieren abandonar la política ni por la mejor compensación. Se trata del diputado Hugo “El Grillo” Avila y el peronista Raúl Chico, senador de Santa María. El primero ya actúa casi con desesperación por mantenerse en el tapete, lo que lo hace cometer errores gravísimos como los de irrumpir en el Malbrán buscando construir una falsa denuncia o refiriendo erróneamente el aumento de sueldos a los mineros de Farallón Negro. Se sabe que en el peronismo no tiene ni la más remota posibilidad de regresar y aunque mantenga simpatías con la oposición (hasta votó con ellos para que no se le haga juicio político a José Cáceres y Sesto de Leiva que violaron la Constitución), es imposible que integre su lista. Por lo tanto, está obligado a buscar un sello para poder participar de las elecciones o que, finalmente, aparezca Luis Barrionuevo con alguna idea de armar una lista. En cualquiera de las variantes deberá trabajar mucho y bien en toda la provincia si pretende seguir. Es más. Será más difícil este 2021 que el 2017 cuando participó con el sello poderoso de Cristina Kirchner: “Unidad Ciudadana”. Lo de Chico es igualmente complicado. Deberá jugar alguna “Paso” y tal vez dejar de pensar en la reelección como representante de Santa María. El intendente Juan Pablo Sánchez, por lo que se comenta, tiene otro candidato de su propio cuño para presentar.

El Esquiú

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