Inesperado y previsible. Con esos términos pueden definirse las alternativas de una de las principales noticias con que amaneció esta semana, que gira en torno a las actividades educativas, prácticamente en jaque desde marzo del año pasado, cuando comenzaron a padecerse en nuestro país los efectos de la pandemia de coronavirus. Lo inesperado fue el anuncio oficial de que se evalúa disponer el retorno de los alumnos a las aulas a partir del próximo lunes, posibilidad que se dio a conocer luego de una reunión virtual entre el gobernador Raúl Jalil y el ministro de Educación de la Nación, Nicolas Trotta. Si bien se aclaró que la vuelta a la presencialidad está sujeta a los vaivenes del siempre dinámico cuadro epidemiológico, lo cual impide identificar certezas; la sola mención del posible cambio de modalidad generó sorpresa. Entre otras razones porque coincidió con el inicio del invierno, que se preanuncia como el tramo más difícil del año para hacer frente a la pandemia, por la proximidad del receso invernal, y porque se transita todavía una Etapa Roja establecida por el propio Gobierno. Ese conjunto de detalles corrobora lo inesperado de la noticia, para una comunidad que viene escuchando día tras día recomendaciones para evitar la circulación. Si reabrir las escuelas fue una iniciativa provincial o una amable sugerencia de Nación, es algo difícil de dilucidar. Pero allí está la intención, puesta sobre la mesa.

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Lo previsible, echadas las cartas, fue la reacción de los gremios docentes, quienes no sólo respondieron como se esperaba, sino con los argumentos previstos. De hecho vienen reclamando lo mismo hace meses, y todo gira en torno a la vacunación del personal docente y no docente. Es así que para volver a las clases presenciales exigen que los trabajadores del sector sean oficialmente reconocidos como estratégicos, y que se complete su inmunización. Es la columna vertebral de un petitorio lógico y razonable, pero no de fácil aplicaicón a corto plazo; porque la campaña de vacunación tiene un diagrama ya diseñado, y se ajusta a la cantidad de dosis que va recibiendo la Provincia. Sería injusto no reconocer que hasta aquí se hizo un muy buen trabajo, con casi 170.000 dosis aplicadas, pero es una realidad que la demanda por estos días es casi infinita. Quienes no se vacunaron reclaman su dosis, quienes ya se vacunaron piden la segunda dosis, todos los sectores laborales exhiben razones por las cuales consideran que deberían ser contemplados como prioritarios; y lo cierto es que no se puede satisfacer a todos simultáneamente. En este punto, lo aconsejable es respetar y seguir las pautas definidas por el COE. Lo que también debe reconocerse es que esta potencial reapertura de escuelas, para algunos forzada y apresurada, deja luz verde para revitalizar las quejas que se oyen desde 2020 en la docencia.

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Después de un año vacío en materia festivalera, hoy se anunciaría una edición virtual de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, que como eje propondría la realización del festival en un espacio adecuado -podría ser el histórico Cine Teatro Catamarca-para desde allí transmitirlo por televisión y diversas plataformas. Una fiesta virtual, para mantener vivo el espíritu del mayor acontecimiento del año cultural catamarqueño. No puede discutirse que el atractivo de esta fiesta, por lejos la mayor celebración invernal del país, es imposible de sostener con ausencia de público. Pero la realidad es la que toca atravesar y nada puede hacerse al respecto. En todo caso es un paso adelante en comparación con el año pasado, en el cual directamente no se hizo nada. Causa tristeza que se esta manera se tenga que transitar justamente la 50 edición del festival, pero habrá que apoyar a los artistas que tendrán la oportunidad de reecontrarse con su público.

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A propósito de festivales catamarqueños, avanza el proyecto de la diputada nacional Silvana Ginocchio para jerarquizar la Fiesta del Sol, joven pero significativo encuentro que venía creciendo en la ciudad de Santa María. “Es una fiesta que se viene celebrando hace una década, y hace dos años ingresé un proyecto para que sea una fiesta a nivel nacional”, recordó la legisladora, quien consideró la actividad como “importantísima” porque se festeja con el solsticio de invierno y es una cultura que nos identifica”. La iniciativa ya tiene media sanción y puede llegar a ser Ley para que sea Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. En cualquier caso es muy positivo que se siga trabajando en estos temas ahora que la actividad turística está restringida, sin esperar a que todo se normalice para volver a ocuparse. Un último detalle: el primero de julio ya se podrá hacer turismo, con destinos acotados, pero se podrá. En virtud del convenio que firmó Catamarca, los paseos recreativos se permitirán desde el mes que viene entre las provincias de la región Noroeste: Catamarca, la Rioja, Salta, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán.

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Con mucha tristeza se conoció la noticia de que se encuentra muy grave Sergio Víctor Palma, el humilde hijo de una pareja de cosecheros de algodón en el Chaco, que llegó a coronarse campeón mundial de boxeo. Su madre era víctima de violencia de género extrema cuando ni siquiera se identificaba así esa conducta, y huyendo del padre llegaron a Buenos Aires, donde  él labró su destino entre sangre, sudor y lágrimas. Moldeado por el gran maestro Santos Zacarías se convirtió en una estrella del pugilismo, y fue el primer argentino en conquistar la corona ecuménica en suelo estadounidense. En el ring era un auténtico guerrero, dueño de un coraje a toda prueba. Debajo del ring era distinto a todos, con inquietudes artísticas, sensible y sano hasta la inocencia. Lamentablemente la vida lo maltrató bastante después de sus años de gloria. Un terrible accidente automovilístico le paralizó la mitad del cuerpo, luego sufrió un accidente cerebrovascular y se le declaró el mal de Parkinson. A ese caudal de dramas se sumó ahora el coronavirus, lo que completa un cuadro delicadísimo. Vaya una oraciónpara que se produzca el milagro de su recuperación.

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Lo que pocos recuerdan del gran Palma, distinguido con el Olimpia de Oro como el mejor deportista argentino en 1980, es que estuvo durante un breve período radicado en nuestra Catamarca. Fue allá por 1986, cuando estaba retirado de la actividad (luego realizaría un par de peleas más con sendas derrotas) y llegó a la provincia para ofrecer una suerte de charla o pequeña obra teatral contra las adicciones. Palma vino por un par de días y terminó quedándose varios meses. Eran frecuentes durante aquella estadía sus visitas al gimnasio de la Sociedad Unión Obrera de Socorros Mutuos, donde entrenaban la mayoría de los boxeadores locales, incluyendo al campeón del momento, Luis Armando Soto, y futuros campeones como Sergio Arréguez, Hugo Soto y Miguel Arévalo. Todavía en buena forma, el chaqueño hasta se calzó los guantes y se metió una calurosa tarde en el ring improvisado sobre el viejo patio de cemento para hacer un par de rounds contra “Yuyo” Arréguez. Dedicaba también mucho tiempo a hablar con los púgiles amateurs, a quienes aconsejaba con paciencia y sabiduría, hablándoles más de conducta que de técnicas de combate. Una persona maravillosa.

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RECUERDOS. Se cumple esta semana un nuevo aniversario de los asesinatos de Kosteki y Santillán, también conocidos como la “masacre de Avellaneda”, es el nombre que recibe la serie de eventos que tuvieron lugar en 2002 en esa localidad bonaerense. Este evento se encuentra estrechamente relacionado con la crisis de diciembre de 2001, que provocó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. Debido a que el vicepresidente Carlos Álvarez había renunciado el 6 de octubre de 2000, la presidencia fue asumida por el presidente de la Cámara de Senadores, Ramón Puerta, quien -actuando de acuerdo a la ley 20972 de acefalía presidencial- ?convocó a una asamblea legislativa para elegir un nuevo presidente. Resultó elegido Adolfo Rodríguez Saá, quien solo permaneció en el cargo una semana. Rodríguez Saá fue sucedido por Eduardo Camaño y este por Eduardo Duhalde.

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El 5 de enero de 2002, el Senado de la Nación aprobó un proyecto de ley que ordenaba la devaluación del peso argentino (por primera vez en diez años) con fines de mejorar la competitividad frente a los productos importados. ?En un principio, esta medida agudizó la crisis y el peso llegó a perder un 75 % de su valor en seis meses. Durante ese año, las protestas, cacerolazos y cortes de ruta fueron frecuentes, ?al igual que los hechos violentos o delictuosos, junto con la represión de parte de la policía. ?Configurando una situación casi generalizada de anarquía, propiciada por una acusada brecha social. En este marco, varias organizaciones planearon una movilización masiva, cuyas consignas eran: aumento general del salario, una duplicación de 150 a 300 pesos en el monto de los subsidios para los desocupados, más alimentos para los comedores populares y solidaridad con la fábrica ceramista Zanón, ante el peligro de ser desalojada. Cuando la columna de manifestantes llegó al puente Avellaneda, ya se encontraba en el lugar un fuerte operativo de las fuerzas de Seguridad impidiendo el acceso. Así y todo, los manifestantes fueron desalojados del lugar violentamente por efectivos de la Policía Federal, la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Gendarmería y Prefectura. El MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) no logró cortar el Puente Pueyrredón, siendo desalojados previamente por la policía provincial. Allí cayeron muertos Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, de 22 y 21 años de edad.

El Esquiú.com