Apuntes del Secretario

martes, 14 de septiembre de 2021 00:25
martes, 14 de septiembre de 2021 00:25

Transcurridas las PASO, y cuando todavía restan algunos trámites de recuento para conocer el escrutinio definitivo, un elemento de análisis sobresale en cualquier lectura que quiera realizarse sobre las primarias. Se trata naturalmente del resurgimiento de Juntos por el Cambio a nivel nacional, y el duro golpe que recibió el Gobierno de Alberto Fernández en esta consulta electoral, que si bien tiene otros fines específicos, había sido planteada por la propia Casa Rosada como una suerte de plebiscito sobre la gestión.  Que el macrismo y sus aliados hayan plantado bandera en los mayores distritos electorales dejó a la plana mayor del Ejecutivo nacional tambaleando, sobre todo por el inesperado triunfo en el gigantesco territorio bonaerense. Allí los cálculos previos más pesimistas del oficialismo imaginaban una victoria ajustada -por no más de cuatro puntos porcentuales-, de modo que la derrota por cinco puntos equivale a un desastre. La situación no es trágica, pero políticamente se presenta seria: que el peronismo haya sido derrotado en 17 provincias a menos de dos años de haber recuperado el poder, más que una señal de alerta es un mensaje estruendoso, imposible de ignorar.

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No hay una única razón que explique lo sucedido, y para desembocar en estos resultados confluyeron múltiples y variados factores. Es indudable que un punto determinante fue la pandemia y todo lo que generó: alrededor del mundo, casi todos los oficialismos sometidos a votación en medio de la crisis sanitaria resultaron castigados, independientemente de cómo hayan manejado el problema. Los meses de encierro y restricciones, el impacto económico y el malestar general, potenciado hasta el hartazgo por las corporaciones mediáticas, tradujeron el descontento en la quita de respaldo al Gobierno. Un Alberto Fernández debilitado, el más bajo porcentaje de votantes en décadas y la ausencia de un discurso fuerte y unificador aportaron el resto. También hay un mérito del macrismo, que supo reordenarse y sacar provecho, con la reubicación de María Eugenia Vidal y un Horacio Rodríguez Larreta fortalecido, que se sirvió de Mauricio Macri en dosis homepáticas y precisas.

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De cara al futuro hay dos errores potenciales de los cuales seguramente están avisados oficialistas y opositores. De parte del Gobierno, la peor reacción sería minimizar o desoír la voz de las urnas. El escenario actual impone cambios urgentes, de forma y de fondo, porque si el electorado suelta la mano del proyecto el horizonte oscurecerá irremediablemente. Quedó claro que la mentada unidad peronista no funciona per se como garantía de triunfo, y se deberán definir a corto plazo tanto las medidas inmediatas como su comunicación. Por el lado de los vencedores, la falla capital sería creer que los resultados de una primaria pueden proyectarse de inmediato a la general o al 2023. Serán escenarios muy diferentes y la propia Cristina lo experimentó, cuando arrasó en 2011 luego de haber sido derrotada en las intermedias de 2009. Suceda lo que suceda en noviembre no será decisivo, aunque la influencia de los números finales en el ánimo de unos y otros es innegable.

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En Catamarca, en cambio, el tránsito por las PASO se desarrolló dentro de los parámetros previstos y sin mayores sorpresas. La Provincia volvió a resistir a otra avanzada de la “ola amarilla” y se ratificó -como ocurriera en 2017- la supremacía de un peronismo que por el momento no encuentra amenazas reales a su hegemonía. Para ello volvió a resultar decisiva la figura de Lucía Corpacci, quien continúa cosechando los frutos de sus ocho años al frente del Ejecutivo, durante los cuales conquistó a un electorado que no la baja de su pedestal. Los 20 puntos de ventaja que obtuvo por encima de la oposición, eximen de mayores análisis y allanan los pronósticos rumbo a las generales.

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No podría haber sucedido otra cosa, toda vez que la oposición se debatía en un proceso interno de profunda transición, que al cabo consagró un cambio de raíz en la conducción de la Unión Cívica Radical. La consagración de la dupla Flavio Fama-Francisco Monti, renueva los aires de la fuerza que históricamente actuó como columna de toda alianza conformada para hacer frente al justicialismo. Pero el propio Fama fue realista y señaló luego de la victoria que la reconstrucción opositora “llevará su tiempo”. Así será, porque se deberán construir ahora liderazgos para amalgamar corrientes muy distantes, comenzando por el castillismo residual que todavía está enquistado en los comités y no resignará sus espacios cruzado de brazos; al margen del entendimiento imprescindible con otras fuerzas como el PRO, la Coalición Cívica y otros sellos menores. Simultáneamente, se abre una carrera por la sucesión del propio Fama en la Universidad Nacional de Catamarca, un detalle no menor porque ese ámbito académico es un histórico bastión radical que no se puede descuidar.

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A nivel municipal, el peronismo hizo valer su peso y encadenó claros triunfos en los principales distritos comunales. Capital, Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú, cordón que concentra la mayor cantidad de la población, le dieron al Frente de Todos guarismos favorables sin sobresaltos. Lo más interesante se vivió en Capital, con nueve listas en pugna por acceder a las bancas que se pondrán en juego en el Concejo Deliberante. Para esta competencia interna hubo en el inicio de la campaña un pedido expreso de la cúpula partidaria, reunión desarrollada en la sede de Avenida Güemes donde se pidió que se evitaran agresiones y se jugara limpio. A grandes rasgos la premisa se cumplió, y los precandidatos lucharon sin descalificaciones públicas y procurando mantener la armonía. Al cabo la mayor alegría quedó para el joven Germán Kranevitter, impulsado por el ministro Fidel Sáenz, que fue quien cosechó más votos; seguido de cerca por Laila Saleme, que también hizo una muy buena elección respaldada por Gustavo Saadi. El podio se completa con Juan Pablo Dusso, tercero con un interesante caudal de votos. Ahora todos tendrán que unir fuerzas para sostener el dominio del siempre complejo electorado capitalino.

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El batacazo de la jornada dominguera se lo anotó Raúl Barot, el joven legislador que desafió al caudillo Rafael Olveira y pateó el tablero con un triunfo en las primarias que alimenta ilusiones en su sector. Barot había trabajado codo a codo con Olveira en la última elección, y ahora se atrevió a enfrentarlo aunque el intendente tenía cierta bendición del oficialismo, con quien había estrechado lazos desde la caída del FCS. La audacia de Barot tiene puntos de coincidencia con la arremetida de Sebastián Nóblega en Tinogasta, que también comenzó hace unos años como una aventura improbable y terminó quebrando a un histórico como Hugo “Grillo” Ávila. A Barot le falta el tramo final de la carrera, pero ya concretó un paso importante para consumar uno de los pocos cambios de color político que se vislumbran a nivel comunal.

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Párrafos finales para los integrantes de un universo empresario instalado que factura millones y perdura en el tiempo a pesar de fracasar rotundamente una y otra vez: los encuestadores. Es un misterio sin resolver por qué la dirigencia política sigue destinando suculentos recursos para esta clase de sondeos, que elección tras elección no hacen más que probar su ineficacia. no se trata de una o dos que fallaron: más de 20 encuestas realizadas por “prestigiosas” consultoras volvieron a fallar escandalosamente, la mayoría sin siquiera acercarse a los resultados de la elección. “Los políticos gastan millones de pesos en encuestas. Hay líderes que pagan para que se realice el trackeo diario de la gestión, la medición de sus candidatos, los mapeos a nivel nacional. Son miles de miles de pesos que todos los meses pagan a las consultoras y a las que hoy le están reclamando que no supieron anticipar lo que iba a pasar. Tienen sistemas viejos, arcaicos, que con la pandemia fueron muy difíciles de utilizar. Los que las realizan por llamados telefónicos, la gente corta la llamada o dice cualquier cosa, los que hacían encuestas presenciales tampoco porque la pandemia hizo que finalmente se volvieran obsoletas”, destacó un analista citado por Infobae.

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Fallaron los sondeos previos, fallaron los boca de urna, y las consultas de opinión se redujeron a una colección de yerros que ya son un clásico en todo el país. Sin embargo, rumbo a noviembre, funcionarios y candidatos de todos los partidos, volverán a meter la mano en los bolsillos (si tenemos suerte será en los suyos), para recibir esos informes dibujados que les calman la ansiedad temporalmente, con complejos gráficos y explicaciones olímpicas que seducen por su presuntuoso contenido pseudocientífico, y que a la hora de la verdad se revelan tan consistentes como Doña Rosa cuando le pone unos pesos a la quiniela nocturna


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