Un baño de templanza y cordura, es lo que parece necesario en Casa Rosada, donde el Gobierno está perdiendo la compostura, sacó a luz miserias internas y de momento parece no advertir que se está ocasionando un severo daño a sí mismo. Queda claro que las diferencias y rencores no nacieron a las 21 del último domingo, cuando se dieron a conocer los resultados de las elecciones primarias, sino que los desentendimientos vienen desde hace bastante tiempo atrás, quizás desde el mismo día en que comenzó la gestión. Hasta allí un escenario normal: las desavenencias son parte de la dinámica de los equipos de trabajo, y los reordenamientos pueden ser necesarios y hasta redundar en beneficios. Pero a todas luces se están equivocando las formas de una manera grosera.
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Avisados de la existencia de un poder mediático al acecho para potenciar cualquier roce, con esta puesta de trapitos al sol los Fernández-Fernández no hacen más que magnificar su propia derrota, y de no corregirse las posturas con urgencia se encaminan -en lugar de revertir el tropiezo de las PASO- a consolidar una victoria mayor de la oposición. El ala kirchnerista y el ala no kirchnerista parecen haber elegido la peor manera y el peor momento para dirimir supremacías, el extremo de exponer todo un proyecto a un riesgo muy superior al que supone un simple resultado adverso en elecciones de medio término.
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Fue acertado el pronunciamiento de Raúl Jalil en esta disputa, porque al respaldar al Presidente de la Nación está respaldando una institucionalidad que debe primar por encima de cualquier pulseada dirigencial. Es casi asombroso que políticos de la talla y la experiencia de los que protagonizan esta pelea no adviertan cuan desacertado es su comportamiento por estos días. Lo que menos necesita la sociedad es un mensaje de enfrentamiento y desconcierto. Y no habrá medida política que vuelque la voluntad popular, si no se unifica antes en el Gobierno la decisión de marchar unidos en un mismo rumbo. Por ahora, lejos de hacerlo, insólitamente le están dando de comer a las fieras.
El Esquiú.com