El Secretario

jueves, 23 de septiembre de 2021 01:14
jueves, 23 de septiembre de 2021 01:14

Elena Silvera de Buenader, decana de la Facultas de Ciencias Exactas y Naturales acompañada por el titular de la Facultad de Derecho, Gonzalo Salerno; Carlos Salvio y Patricia Caffetaro (ambos de la Facultad de Tecnología) y Carlos Arellano (decano de la Facultad de Ciencias Agrarias), son los nombres que suenan con más fuerza, y de no mediar sorpresas de último momento, de ese grupo saldrá el próximo rector de la Universidad Nacional de Catamarca. Todo se resolverá mañana en la Asamblea Universitaria que definirá la conducción de la Casa de Altos Estudios por cuatro años, que contemplan el período 2021-2025.
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Actualmente la máxima autoridad de la UNCA es el ingeniero Flavio Fama, quien desistió de permanecer en el cargo (ya cumplió tres mandatos) para enfocarse en su tarea política. Fama, de extensa trayectoria en el campo académico, recién incursionó en el ámbito de la competencia electoral en 2019, cuando compitió por la intendencia capitalina en representación de la alianza Juntos por el Cambio. Aunque fue derrotado por el peronista Gustavo Saadi, aquella experiencia lo impulsó a seguir, y participó recientemente en las PASO, como precandidato a senador nacional. Esta vez Fama se impuso en la interna opositora ante Daniel Ríos, intendente de Belén que se postulaba para el mismo cargo. Aunque restan las generales de noviembre, Fama descuenta que en diciembre asumirá en el Congreso de la Nación -ya sea por la mayoría o por la minoría- por lo cual cierra ahora su etapa de rector, que formalmente concluye a fin de mes.
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La Asamblea de mañana es de interés porque trasciende los claustros universitarios y atrae la atención de la dirigencia política, toda vez que ese espacio pesa sobre una amplia porción del electorado. Histórico bastión radical, la universidad ha dado desde el retorno de la democracia importantes hombres a la política, con el recientemente fallecido Eduardo Brizuela del Moral como principal exponente. El rectorado de la UNCA, por tanto, es un sillón que no pasa desapercibido, y el nombre de quien lo ocupe es observado por mucho más que estudiantes y cuerpos docentes.
El Esquiú.com
 

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