Llegó finalmente a Catamarca el avión Lear Jet 75 Liberty, que la Provincia adquirió a un valor de nueve millones de dólares, dando lugar a una de las grandes polémicas de los últimos años en torno a una transacción oficial. El aterrizaje en suelo catamarqueño de la flamante aeronave, estuvo precedido por más de un año de debates y discusiones públicas, durante el cual se puso en tela de juicio cada aspecto de la compra: desde el precio hasta la utilidad del avión, desde la forma de pago hasta el momento en que se concretó la operación; todo dio lugar a objeciones, observaciones y quejas.
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Lo cierto es que esas polémicas casi no trascendieron a la ciudadanía, cuya realidad pasa bastante lejos de cifras millonarias en dólares y modelos de avión. Fue una discusión circunscripta a la clase política, en especial legisladores de la oposición y del oficialismo, que alternativamente atacaron y defendieron la decisión de adquirir la moderna nave. Lógicamente la cuestión del avión nunca se transformó en un tema de conversación popular, porque si quienes discuten lo hacen sobre la conveniencia de comprar o alquilar, sobre las características de vuelo o argumentos como que el avión cuesta 13,8 millones, 8,9 millones o 4,2 millones de la moneda estadounidense, son contados con los dedos de una mano quienes pueden aportar algo a la charla.
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Ahora todo se reduce a anécdota y la controversia queda atrás. El nuevo avión está aquí y es el primero que Catamarca compra en alrededor de 40 años. Como suele suceder, será la utilidad que se le da a esta herramienta lo que defina la adquisición como un acierto o un yerro. La posibilidad de hacer vuelos sanitarios en óptimas condiciones de seguridad y menor tiempo, la oportunidad de resolver una emergencia sin depender de nadie, son aspectos importantes a valorar. En cuanto a la relación costo-beneficio y mantenimiento, el destino de los vuelos determinará o no la importancia de haber incorporado el Lear Jet 75 Liberty a la flota provincial.
El Esquiú.com