Apuntes del Secretario

miércoles, 29 de septiembre de 2021 00:46
miércoles, 29 de septiembre de 2021 00:46

Con el confirmado alejamiento de Raúl Guillermo Cerda, quien renunció como juez Electoral y de Minas para jubilarse, se cierra una etapa importante en esa rama de la Justicia de Catamarca, ya que el magistrado tuvo un rol protagónico sostenido en su amplia y respetable trayectoria. Hijo de Carmela Espósito y del consagrado escritor Joselín Cerda Rodríguez, el juez que se retirará pronto de sus funciones nació en Córdoba, pero se considera “catamarqueño por adopción y tinogasteño de corazón”. Se desempeñó como presidente del Foro Federal de Organismos Electorales, por decisión de sus colegas entre los años 2011 y 2013, y lleva más de 40 años en el Poder Judicial, luego de haberse formado en la Escuela Belgrano, el Colegio Nacional y en la Universidad Nacional de Córdoba.

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El “Indio”, como lo llaman afectuosamente sus amigos, también incursionó en la práctica del fútbol, y es padre de tres hijos (Guillermo, José Ignacio y Germán), de los cuales los dos mayores siguieron también la carrera de Derecho. Para dimensionar su rol en Catamarca debe recordarse que participó como juez Electoral, en más de 20 elecciones desde el año 1997, reuniendo tanta experiencia que es uno de los líderes en la materia a nivel nacional. Un detalle importante es que las decisiones que tomó en estos años, fueron confirmadas luego en instancias superiores, donde se compartió su criterio.

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No siempre su labor fue sencilla, y él mismo lo reconoció en una entrevista cedida tiempo atrás a El Esquiú.com, donde recordó por ejemplo los comicios del año 2003, con “aquel fallido intento de la candidatura de Luis Barrionuevo, un hecho que ha marcado con fuerza la vida política de la Provincia y la mía en particular, por haber sido el juez que tuvo que resolver en la polémica. A nivel jurídico fue un caso muy difícil de zanjar, muy complicado, pero que tuvo en todas las instancias judiciales la posterior confirmación y eso le deja a uno la satisfacción de que hizo las cosas bien”. Un hombre valioso que iniciará ahora una nueva etapa, aunque le quedan unas semanas más en el cargo, porque cesará en su labor una vez concluidas las elecciones legislativas generales del próximo 14 de noviembre.

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La construcción de la unidad en Juntos por el Cambio no resultará una tarea sencilla, y cuando se habla de la alianza opositora básicamente se pone el foco en la Unión Cívica Radical, partido que protagonizó el principal enfrentamiento interno en las últimas primarias. Aunque todos los sectores tienen claro que cerrar filas es la única opción para competir con la expectativa de alcanzar un resultado decoroso en noviembre, el acercamiento no es sencillo porque la última campaña dejó varias heridas abiertas. Fundamentalmente el sector del intendente de Belén, Daniel Ríos y quienes lo acompañaron, acusaron algunos golpes que consideraron bajos. A pesar de que tampoco se llegó al extremo de las agresiones personales, haber calificado a “Telchi” como el “Caballo de Troya” del gobierno, por ejemplo, no se digirió tan fácilmente.

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Las conversaciones ya se iniciaron y el objetivo está claro, pero deberá trabajarse y mucho para lograr amalgamar un conjunto que supere realmente sus diferencias, más allá de que pueda lograrse relativamente rápido la foto de rigor y la promesa de manejar la campaña juntos con un grupo que integre a vencedores y vencidos en las PASO. A propósito de los primeros puentes que se tienden para ello, sobresalió en la primera reunión la ausencia de Oscar Castillo, mentor de la candidatura de Ríos y por largos años el verdadero estratega de la UCR. Fue muy brusco el cambio del manejo total desde una mesa chica a ni siquiera participar del diálogo, y a nadie le pasó desapercibido. Por allí se justificó la situación señalando que Oscar estaba enfocado a sus labores de senador, pero el argumento no resultó demasiado convincente, y el faltazo se recibió como un fuerte símbolo de los nuevos tiempos que se inician en la fuerza boinablanca.

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Con la aplicación de casi medio millón de dosis de vacunas en la provincia de Catamarca y la despedida del período invernal, parece comenzar a quedar atrás definitivamente esa pesadilla de la pandemia de coronavirus, que tanto daño y dolor causó durante el último año y medio. El final de este mes se perfila como la bisagra para el retorno a la normalidad casi total: a partir del viernes volverá a ser obligatoria la presencialidad plena en todos los establecimientos educativos de la provincia, se reabrirán los locales bailables, los locales gastronómicos ya trabajan con ocupación plena, desaparecieron las restricciones horarias, se retomaron las actividades deportivas y hasta vuelve el público a las canchas de fútbol.

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No existen certezas totales, los expertos sostienen que hay que continuar con ciertos recaudos y cuidados, pero es un hecho que el peor momento ha pasado, y por eso es justo puntualizar algunos conceptos. En primer lugar, reconocer el trabajo que hizo en Catamarca el Gobierno de Raúl Jalil, el COE y los equipos de salud. La implementación temprana del barbijo como elemento de uso obligatorio, la creación del Hospital Monovalente “Carlos Malbrán” y el diseño del plan de vacunación, hicieron de Catamarca uno de los distritos que mejor manejó la crisis. No por casualidad fue el último rincón de la Argentina en tener contagios, y el último que debió lamentar víctimas fatales. En segundo lugar, debe reconocerse también el trabajo realizado por Nación: aunque -casi cínicamente- algún sector haya utilizado la pandemia y sus cifras trágicas como herramienta para hacer política partidaria, lo cierto es que el sistema de salud pública resistió y logró que de 5,2 millones de infectados, 5,1 millones se recuperaran. Y quienes livianamente se quejan hoy de “lo mal que se manejó la pandemia”, son los que quemaban barbijos, hacían marchas anticuarentena, campañas antivacunas y denunciaban al gobierno por envenenamiento; sin colaborar jamás y promoviendo malestar y angustia en el pueblo. Son realidades de las que cada uno tendrá que hacerse cargo, y que no se pueden olvidar. Ni siquiera ahora, en que ese infierno inédito que puso en jaque al mundo, felizmente empieza a desvanecerse.

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RECUERDOS. Se cumplirá mañana un nuevo aniversario del retorno al país de los restos del brigadier general Juan Manuel de Rosas, luego de 112 años de descansar en tierra inglesa quien fuera el jefe de la Confederación Argentina, con lo que dejó de tener vigencia entonces la sentencia del poeta José Mármol: “Ni el polvo de sus huesos esta tierra tendrá”. Luego de la batalla de Caseros (1852), Rosas emigró a Inglaterra, donde vivió hasta su muerte el 14 de marzo de 1877. Las pasiones que su figura suscitó en vida continuaron luego de su muerte a pesar del paso del tiempo. Recién con la aparición del revisionismo histórico en las primeras décadas del siglo XX y con la creación del Instituto Juan Manuel de Rosas en 1938 cobra fuerza la organización de la repatriación de los restos de Rosas. Pero no ocurriría hasta la presidencia de Carlos Menem, quien lo consideró un símbolo de unidad: “Yo proclamo solemnemente ante mi pueblo que a partir de este momento se inicia el tiempo del reencuentro entre todos los argentinos (…) Se terminó el país del ‘todos contra todos’. Comienza el país del ‘todos junto a todos’ (…) Yo quiero ser el presidente de la Argentina de Rosas y de Sarmiento, de Mitre y de Facundo”, expresó al asumir su mandato. Finalmente, a las 3 de la tarde del 21 de septiembre de 1989, el cuerpo de Rosas fue exhumado en el cementerio de Southampton y llegó al país el 30 de septiembre luego de 137 años de “exilio”.

El Esquiú.com

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