Hace apenas dos meses finalizó el proceso electoral de renovación legislativa y, ahora, en medio de los ardores del verano, los políticos no se privan de especular con el futuro. En esa dirección avanza con fuerza el diputado nacional Francisco Monti, una de las caras nuevas de la UCR. El joven, de apenas 38 años, entre otros, es quien se perfila como el más serio candidato a disputar la gobernación dentro de dos años. Viene de cumplir un decoroso papel como virtual conductor del bloque de diputados provinciales durante el período 2019-2021 cuando, junto a la desaparecida Marita Colombo, le tocó defender las posiciones más difíciles del sector y, además, se convirtió en 2021 en el presidente de hecho del comité provincial. Es como si del anonimato hubiera pasado a ser la figura excluyente del partido.
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Precisamente una de sus tareas principales será hacerse conocer a fondo por la ciudadanía, para lo cual cuenta con excelentes condiciones. Aparte de su capacidad en el arte legislativo, tiene una banca soñada desde donde podrá hacerse escuchar si llega a alcanzar el nivel de correligionarios que lo antecedieron en el cargo, tales los casos de José Furque, expresidente de la comisión de juicio político y vocero permanente del viejo radicalismo, o de Horacio Pernasetti, quien llegó a presidir nada menos que el bloque. No le será sencillo alcanzar esas alturas, pero su volumen político depende de ese cometido y de la defensa irrestricta de los intereses de Catamarca. Quedarse en la crítica partidaria, como ya ocurrió con otros “próceres”, no será suficiente para afianzar su crecimiento.
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Por otro lado, a Monti le espera un desafío que tal vez no lo había imaginado. Como cabeza principal, está llamado a democratizar la UCR, un partido que a base de trampas suspendió las elecciones internas de 2018 y 2020 -por la pandemia debían llevarse a cabo el 7de febrero de 2021- dejando en el camino un reguero de proscripciones. Allí cabe una sola alternativa: convocar a la convención y reformar la carta orgánica que frena el andamiaje democrático.
El Esquiú.com