La vulnerabilidad del fantástico mundo de internet es un desafío constante para los ingenieros informáticos, que de manera permanente deben buscar nuevos mecanismos de seguridad, dentro de un universo donde los avances muchas veces van más rápido que las garantías de privacidad. Mucho se mejoró en los últimos años, lo cual permite que entidades bancarias y crediticias puedan trabajar online con sus clientes y se multipliquen servicios de compras y ventas a través de la red. Sin embargo, cada tanto se concreta un golpe que renueva las alertas, y en este caso lo sufrió el mismísimo Congreso de la Nación.
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La página oficial del Senado nacional está inactiva y fuera de servicio desde el pasado miércoles, cuando el sitio sufrió un ataque realizado por piratas informáticos. Así lo reconoció la propia Cámara alta a través de un comunicado oficial, y el daño debe haber sido importante porque desde el incidente ya no se logró restablecer la web. “Este tipo de ataques, denominados ransomware, fueron perpetrados en los últimos meses contra diversos organismos públicos, departamentos del Poder Judicial y empresas de primera línea. Los piratas ‘secuestran’ la información y luego piden un rescate por la misma”, informó la Cámara alta. En el caso del Senado de la Nación toda la información sustraída es pública, aclaró el Cuerpo, apuntando que la misma “se encuentra al alcance de todos y todas dentro de nuestro sitio de transparencia”.
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El comunicado concluye señalando que “desde el momento del ataque nuestro equipo de Seguridad Informática está trabajando”, y aclara que “hasta el momento se logró recuperar la mayoría de la información relevante y aislar el equipamiento sensible, lo que nos permitirá recuperar la operatividad a la brevedad”. Sinsabores de la era moderna que preocupan en este caso, no por el contenido de la web -que es simplemente informativo- sino porque empuja a razonar que si el parlamento argentino no tiene herramientas suficientes como para estar seguro en la web, cuánto más vulnerables son los millones de usuarios comunes y corrientes.

El Esquiú.com