Son cada vez más frecuentes las noticias de rescates en montañas y altas montañas, por incidentes protagonizados por personas que llegan hasta allí -en su mayoría- con fines personales y recreativos, y luego no logran regresar por sus propios medios. Es algo que ocurrió en el pasado y seguirá ocurriendo en el futuro, porque el montañismo es una actividad de riesgo, que exige equipamiento especial, una adecuada preparación, y aun así no hay garantías de que una expedición pueda desarrollarse sin contratiempos. El punto es que, además de los deportistas experimentados, cada vez son más los aficionados que se atreven a practicar deportes de aventura por rutas de cierta dificultad. La falta de experiencia, formación y protección necesarias incrementan proporcionalmente las posibilidades de que ocurra un accidente, lo cual requiere la intervención de los servicios de búsqueda y rescate con urgencia.

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Cada uno de estos rescates tiene un costo elevadísimo, que incluye la movilización de vehículos, personal, fuerzas de seguridad, y en ocasiones hasta helicópteros, apoyo de fuerzas nacionales y asistencia de médicos. Queda claro que las personas que necesitan ayuda no pueden ser abandonadas a su suerte, porque una vida vale más que cualquier otra cosa, pero considerando que Catamarca -por su naturaleza geográfica- es una plaza por excelencia para estas prácticas, debería comenzar a trabajarse en la implementación de un canon, impuesto, seguro o aporte que contribuya a crear un fondo específico en la actividad, tendiente a cubrir los gastos que ella misma genera.

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La medida podrá resultar antipática, pero es necesaria y se aplica en los principales centros de montañismo del mundo. Más aun, en varios sitios es imposible emprender una escalada o excursión sin la expresa autorización de las autoridades locales. En este sentido, comenzar a reglamentar con mayor severidad, y también a cobrar, no debería ser interpretado como una traba al montañismo y sus múltiples disciplinas relacionadas; sino como un paso hacia la profesionalización de la actividad, con cobros acordes con el riesgo de la empresa proyectada, que reduzcan la posibilidad de aventuras cuyo costo debe después asumir la sociedad en su conjunto.
El Esquiú.com