El Secretario
Es al menos curiosa, por definirla de alguna manera, la actitud de Juntos por el Cambio y sus múltiples fuerzas integrantes frente a la situación que enfrenta el país por la deuda que mantiene con el Fondo Monetario Internacional, organismo con el cual se había saldado todo compromiso en la época kirchnerista. La negociación que debe llevar adelante Casa Rosada fue un condicionante desde el primer día de gestión de Alberto Fernández, y pesa como una espada de Damocles sobre cualquier proyecto de reconstrucción nacional. Así planteada la realidad, la mayoría de los opositores dan consejos sobre cómo negociar, reclaman impacientes que el tema se resuelva rápido y opinan con la comodidad de quien observa un partido de fútbol televisado desde el sillón de su casa.
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El detalle casi todos omiten convenientemente, es que la deuda fue irresponsablemente contraída por Mauricio Macri, líder de todos los actuales opinólogos y consejeros que avalaron la maniobra, quien hipotecó al país con el préstamo más grande jamás otorgado por el FMI. Para colmo de males, esos 57.000 millones de dólares (se desembolsaron en realidad unos 45.000 millones de dólares) se fugaron del país a la velocidad de la luz, sin dejar a cambio más que la felicidad y las ganancias siderales de los grandes especuladores favorecidos por el macrismo. Esta oposición de ceño fruncido y aire doctoral, es la misma que poco antes del desastre repetía que el acercamiento con el FMI era solo “preventivo” y no estaba en carpeta contraer ninguna deuda.
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Es tan sorprendente la falta de autocrítica que el comportamiento opositor linda con el cinismo, como lo comienzan a advertir aisladamente algunas voces del propio macrismo. Lo hizo por ejemplo el jujeño Gerardo Morales, ante la negativa de algunos gobernadores de ir a la reunión informativa con el ministro Martín Guzmán: “Tenemos mucho que rendir cuentas, (…) esta deuda que se está renegociando la contrajimos nosotros y lo menos que tenemos que hacer, si decimos que vamos a construir, es ir y escuchar”. A confesión de parte…
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