Desenfreno

Que la guerra entre kirchnerismo y macrismo excedió todos los límites razonables ya no es secreto para ningún argentino, pero los líderes de las principales fuerzas políticas se superan día a día, sin pudor de empujar cada vez más profundo en el barro, y sin contemplaciones por las consecuencias que generan para la población del país, atónita testigo de la cadena de desatinos desenfrenados de quienes dicen haber asumido el rol dirigencial. El último paso, a propósito del controvertido fallo de la Corte Suprema de Justicia para otorgar 180.000 millones de pesos más a la administración del precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta, fue la reacción de sus copartidarios.

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Empapados de euforia por la arenga constante de sus aliados mediáticos, ahora se lanzan a denunciar penalmente por los delitos de “sedición y traición a la Patria”, al presidente Alberto Fernández y los gobernadores Axel Kicillof, Raúl Jalil, Jorge Capitanich, Mariano Arcioni, Gustavo Bordet, Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto, Ricardo Quintela, Sergio Uñac, Alberto Rodríguez Saá, Alicia Kirchner, Gerardo Zamora, Gustavo Melella, Osvaldo Jaldo, Arabela Carreras, Oscar Herrera Ahuad, Omar Gutiérrez y Gustavo Sáenz. Algo así como el espectáculo político-circense llevado al nivel de éxtasis, siempre de la mano de la supuesta defensa de los valores republicanos y democráticos, de fanáticos constitucionalistas que, sin embargo, no tuvieron impedimento para nombrar jueces por decreto o endeudar el país a un siglo.

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Un capítulo más de este penoso escenario al que arrastraron al país entero, una batalla donde aparentemente todo vale, y que hace del cinismo y el discurso vacío sus banderas inalterables. Una batalla, en definitiva, por el botín que representa el dinero fresco para la próxima campaña, cuyo recorte toda la oposición cuestiona horrorizada, pero evitando cuidadosamente referirse al decreto original que engordó esa misma coparticipación porteña abusivamente, por amiguismo político y para favorecer al distrito más rico del país. Es una pena que, cegados por su fanatismo partidario, incluso legisladores catamarqueños se plieguen al show, avalando maniobras que marchan groseramente contra los intereses provinciales y del Norte del país.
El Esquiú.com