Situación inédita
 

Hoy se llevará a cabo una audiencia judicial posiblemente sin precedentes, que involucra directamente a un catamarqueño, en un contexto que resultaba inimaginable pocos años atrás. El involucrado es el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, un hombre de 70 años nacido en esta tierra, que tiene una enorme trayectoria pública y eclesiástica. Cargnello fue ordenado sacerdote allá por 1975 en Catamarca y casi de inmediato fue designado vicerrector del Seminario Menor “Nuestra Señora del Valle”. Luego fue vicario episcopal de Pastoral y Parroquias, vicario general del administrador diocesano, vicario general del obispo Elmer Miani, párroco en San Isidro Labrador (Valle Viejo, Catamarca) y rector del Seminario Propedéutico “San Juan Bautista”. En 1994 fue nombrado obispo de Orán (Salta), cuatro años después el Papa Juan Pablo II lo promovió como arzobispo coadjutor y en 1999 quedó al frente del arzobispado.

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El caso es que Cargnello fue denunciado -junto a otros dos religiosos- por violencia de género por las monjas del Convento de San Bernardo de la congregación de las carmelitas descalzas. La denuncia asegura que el hostigamiento es de vieja data y lo define como “un estado de sufrimiento mantenido en el tiempo desde 1999”, y la abogada de las religiosas, Claudia Zerda Lamas, afirma que las monjas viven “turbación, miedo, pánico, terror”.

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En una institución verticalista por definición, que carmelitas descalzas lleven un tema tan delicado a la Justicia es notable. “Viene el cansancio cuando el otro te agrede antes que le digas algo. (…) O cuando tomas partido por un grupo. Hoy tenemos la tentación de identificarnos con determinados colectivos”, dijo Cargnello en una de sus últimas apariciones públicas, sin responder directamente a la denuncia. La Justicia deberá dirimir. Mientras tanto, el catamarqueño Cargnello debe ser el primer arzobispo del país denunciado por violencia de género por las propias monjas de su diócesis. Realmente una situación inédita.
El Esquiú.com