Más allá de Bacchiani

La estafa más grande de la historia de Catamarca, perpetrada por falsas financieras que, con ardides diferentes, hicieron creer a la agente que se podían hacer fáciles y grandes negocios de dinero, pareció ahondarse en el primer día de la presente semana. Al mismo tiempo que Edgar Bacchiani, desde la cárcel, anunciaba que había desbloqueado una de sus cuentas en criptomonedas, la más codiciada por inversores de todo el mundo, el bitcoin, sufría la más especular de sus caídas pasando a tener el valor más bajo de los últimos años. Recordemos que llegó a valer 70.000 dólares y el lunes cayó a menos de 24.000. Este, sin dudas, será el argumento que ahora podrá argumentar Bacchiani para justificar una estafa que ya está consumada, aunque bien vale la pena hacer una aclaración. El negocio mediante el cual se instaló la “bacchianización” en Catamarca nunca dejó de ser una timba que, al ritmo de los vaivenes de la economía mundial y los clarines de la guerra en suelo ucraniano, se derrumbó de manera tal de llegar a preocupar a las poderosas potencias del orbe. Ergo: las angustias no solo alcanzan a los ciudadanos que tradeaban –mejor dicho, tinmbeaban a suerte y verdad- en el sistema, sino a los propios Estados.

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El “corralito” de Binance                

Los cálculos que hacen las víctimas de la estafa en Catamarca pasan por la esperanza que las “financieras” tuvieran su dinero invertido en criptomonedas, que es precisamente lo que confió Bacchiani a la Justicia y por lo cual pidió que su detención se convirtiera en domiciliaria para poder operar y poder pagar a través de una ridícula escala de “muy necesitados”, “más o menos necesitados” y “no necesitados”. Llegó a anunciar el fin de semana, lo repetimos, que desbloqueó su cuenta de Binance, una de las billeteras virtuales que ante el derrumbe de la economía electrónica, anunciaron que limitarán los retiros o los suspenderán por tiempos indeterminados. Una especie de “corralito”, aquel fenómeno argentino del año 2011 que incautó todos los depósitos bancarios, en dólares o pesos, e hizo caer al gobierno de Fernando de la Rúa. Por cierto, sería una situación parecida, pero no igual, ya que en el escándalo actual directamente no intervino el Estado, a excepción de los cobros impositivos.

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Los ánimos no se calmarán

Está claro que detrás de la estafa existen hoy verdaderos dramas, personales y/o familiares. Algunos, por su poder económico, tal vez puedan sobrellevar la catástrofe, pero las familias de clase media pueden caer en situaciones impensadas. Recordemos que varios vendieron inmuebles o automotores para depositar el dinero en quienes aseguraban devoluciones extraordinarias. Otros pidieron créditos a los bancos de plaza y ahora deben comenzar a pagar las cuotas. La fiebre de las financieras llevó a gente de magros ingresos a hacer malabarismos para conseguir dinero y entrar en el negocio que miles y miles de comprovincianos calificaban como la “dolce vita”. Hoy todo es desazón y, como lo dijimos en su momento, que a nadie le extrañe que ocurran cuestiones extrañas y peligrosas. Mucho menos que alguien imagine que los ánimos se calmarán de la noche a la mañana. Si el mismo Bacchiani habla de deudas superiores a los 50 millones de dólares (¿la que salió de los colchones del ahorro?) no hace falta añadir que “las aguas no bajan calmas”.

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Promesas dudosas

En cuanto a la última declaración de Bacchiani ante el juez Contreras –la cuarta en menos dos meses- muchos “la toman con pinzas”. El hombre de la cabeza rasurada dice que si vuelve a su lugar de trabajo y deja la cárcel pagará a todas las cuentas bancarizadas o contratos privados. ¿Qué quiere decir esto? Lo de las “cuentas bancarizadas” significa que pagaría a quienes depositaron dinero lícito o blanco, dejando de lado a quienes no puedan justificar el origen de los fondos. Lo de “contratos privados” incluiría a transacciones donde figuraron inmuebles en general. Lo primero es un albur, en orden a que se descuenta que pudieron existir depósitos mixtos, es decir dinero bien habido y/o no declarado. Pero más allá de eso, Edgar Adhemar –el nombre que quedará en la historia negra de Catamarca- y sus socios directos no aclararon que mientras era indagado por Miguel Contreras, desde Binance, la operadora donde dice tiene sus cuentas, se afirmaba que limitará al máximo los retiros de dinero virtual. Obviamente, las promesas del trader se tornan dudosas y ojalá nos equivoquemos de punta a punta y todos los estafados puedan recuperar el dinero mal invertido.

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Una gran obra de la minería

Pasaron 25 años del primer pedido para que Farallón Negro, la mina de oro que dio origen a YMAD, se abastezca del tendido eléctrico de Alumbrera. Por fin, el hecho se ha concretado y confirma los beneficios que puede dejar la minería para la provincia si se la explota con sentido de responsabilidad, algo que evidentemente faltó en los primeros años de la puesta en marcha del Bajo la Alumbrera. El gobierno actual anunció en la presente semana que se ha completado todo el proceso técnico y legal para la mina, que dispondrá de energía de primera y, de paso, favorecerá a los pueblos del norte de Belén, donde el fluido eléctrico llegaba en forma precaria y no aseguraba el establecimiento de inversiones de ninguna naturaleza, ni siquiera las más humildes. Sobre este tema, agregamos que fue posible por el acuerdo que hizo YMAD con la empresa Yamana por el alquiler de las instalaciones que utilizó la Alumbrera a partir de 1997.

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En otras manos, pero con el mismo plan

A propósito de Yamana, propietaria de Agua Rica en Catamarca y Cerro Moro en Santa Cruz, se sabe que ha vendido sus proyectos a la sudafricana Gold Fields, con sede en Johannesburgo, en 6.700 millones de dólares. La empresa africana opera en diversas partes del mundo y continuará con los mismos planes que había previsto la vendedora, por lo tanto las exigencias para su puesta en marcha por parte del gobierno serán exactamente las mismas. A propósito de esto último hay que decir las cosas con realismo. Catamarca tiene en la minería la única salida para no ser inviable. Si lo hace bien no solo dejará de lado el marasmo de la pobreza, sino que repuntará, en su justa medida, como lo hicieron los países que hicieron grandes con la minería. En este sentido no solo valen las referencias para Chile y Perú, que basan sus economías en la explotación, sino en naciones de grandeza como Estados Unidos, Canadá o Australia, por nombrar sólo algunas. ¿Qué hicieron para lograr los objetivos?. Exigir a las empresas que cumplan con todos los requerimientos de la ley y que los réditos sean administrados de cara al pueblo. Esa fórmula no falla. Solamente hay que copiarla.

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Aybar, el único político detenido

Finalmente quedó firme la prisión por seis años para el exintendente de la Puerta de Corral Quemado (norte de Belén), Enrique del Carmen Aybar. El tribunal de alzada ratificó el fallo de primera instancia por abuso sexual contra una menor de edad. Más allá del castigo ejemplar contra un degenerado que utilizó el poder, como lo dice la Justicia, para aprovecharse de una adolescente que creyó en sus promesas de ayuda, la estadística señala que es el único político que habita la cárcel de Miraflores. Los demás, que no son pocos y tienen cuentas pendientes con la Justicia, caminan las calles de Catamarca como personas honorables y aquí es donde la Justicia local hace agua por todos lados. Es implacable con los pobres y permisiva (¿o cómplice?) con los políticos, algunos de los cuales tienen causas dormidas desde hace más de 15 años. A propósito de este despropósito que sintetiza impunidad, durante la semana pasada fueron liberados de “culpa y cargo” cuatro exfuncionarios de rango intermedio que trabajaron durante la penúltima gestión de Augusto Roque Jalile en el municipio de Valle Viejo. No hay por qué descreer que sean inocentes, aunque los murmullos chacareros hablan de otra cosa y comprometen la credibilidad de los jueces. ¿O los hechos existieron y faltaron las pruebas?

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Collor de Mello, símbolo de la corrupción

El experiodista y execonomista de centro derecha, Fernando Alfonso Collor de Mello, prometiendo combatir la inflación, la miseria, la corrupción y defender la democracia, asumía el 15 de marzo de 1990 la jefatura del Estado de la República Federativa del Brasil. El expresidente de Argentina, doctor Carlos Saúl Menem, participaba de la asunción de quien, dos años después, iba a ser eyectado del poder por actos de corrupción. Lo más lamentable de este dirigente fue el discurso con el que hizo su campaña, lo que le permitió obtener la mayoría de los votos. Su slogan principal tenía que ver con una batalla implacable contra la corrupción, flagelo que era característica saliente de los gobiernos que le precedieron. Al poco tiempo, funcionarios de niveles intermedios, fueron partícipes de grandes negociados que, al final, terminaron involucrando a este falso cruzado contra la corrupción. Fue tan evidente su actuación, que el Congreso brasileño resolvía hace casi tres décadas, por unanimidad, separarlo del cargo. Muchos de sus compañeros de ruta se pronunciaban en contra y castigaban duramente a la extrema derecha que, hay que destacarlo, en esa época sentaba reales en varios puntos de Latinoamérica. A pesar del antecedente de Collor de Mello, en pleno siglo XXI llegó al poder brasileño Jair Bolsonaro, un personaje que conquistó al electorado con nuevas promesas falsas y la utilización de la Justicia para dejar en el camino a sus rivales progresistas. Dentro de pocos meses, como se sabe, se reeditará otro duelo de características parecidas en el gigante de Sudamérica. Veremos cómo será el comportamiento del electorado brasilero.

El Esquiú