El Secretario

viernes, 24 de junio de 2022 01:23
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¿Luis se hace kirchnerista?


Después de 20 años enfrentados, Luis Barrionuevo y Cristina Kirchner están más cerca que nunca. La guerra entre el catamarqueño y la expresidenta tiene una larga y bien conocida historia, que nació dos décadas atrás, cuando el villacubano se lanzó por primera vez a competir por la gobernación. Como se sabe, el castillismo lo proscribió y el episodio culminó con la quema de urnas y la elección frustrada. Ya en el Congreso, por aquel episodio –que como telón de fondo te-nía la lucha contra el menemismo residual- Cristina impulsó la expulsión de Luis de su banca. Más tarde, ya en campaña con el naciente Frente Para la Victoria, Cristina vino a Catamarca y fue recibida a huevazo limpio por los seguidores barrionuevistas.


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Con esos cimientos, la relación nunca se encaminó hacia el acercamiento. Barrionuevo fue el peronista más opositor a los K, y en esa posición se mantuvo inalterable, sin escatimar adjetivos al momento de exteriorizar sus sentimientos. Calificó a Cristina como “el demonio”, insistió en que debería estar presa y hasta se alió con Mauricio Macri. Más lejos de los K, imposible. Cristina tampoco hizo el menor gesto por congraciarse con él.


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Pero el tiempo cura todas las heridas, o crea heridas nuevas que hacen olvidar las anteriores. Y hoy Barrionuevo estrecha lazos fuertes, no sólo con Alberto, sino con el ala K del Gobierno. Así lo demuestra su fraternal encuentro con Wado de Pedro, ministro del Interior y uno de los principales alfiles de CFK en el gabinete albertista. ¿Qué motivó este giro de 180 grados? Tres grandes razones. La primera es la pandemia, que hirió gravemente al gremio gastronómico: el sector perdió 100.000 puestos de trabajo y le cuesta volver a levantarse. La segunda es la crisis interna: Luis perdió la seccional de Capital Federal, la más grande del país, a manos de su excuñado. La tercera y decisiva es que, en esta hora amarga, el Gobierno le tendió una mano: lo ayudó y lo ayuda. La política también muestra simbiosis más allá de los rencores.

El Esquiú.com
 

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