El Secretario

jueves, 22 de septiembre de 2022 02:08
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Debate sin fin
 

Hace más de una década nació la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, debatida en todo el más que ninguna otra norma legal y popularizada como la “Ley de Medios”, que básicamente define las reglas para el funcionamiento y la distribución de licencias de los medios radiales y televisivos en Argentina. Promulgada en 2009, se la presentó como la ley democrática que sustituía a la vieja Ley de Radiodifusión 22.285, impuesta por la dictadura militar en 1980, pero nunca terminó de funcionar. La Ley de Medios desató una verdadera guerra porque, más allá de sus altos ideales, fue una pelea decisiva entre el kirchnerismo y Clarín. Su alcance y aplicación dio lugar a infinidad de discusiones, objeciones y análisis. La Ley se apoyaba básicamente en 21 puntos y se evaluó durante todo un año: el resultado fue de más de 100 modificaciones, hasta que fue aprobado en la Cámara de Diputados y el Senado.

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Una vez promulgada la ley, el Grupo Clarín impugnó parcialmente su aplicación, pero perdió la batalla, porque el proceso judicial se extendió hasta que en 2013 la Corte Suprema de Justicia dictó un fallo que determinó la validez plena de la norma. Tampoco allí concluyó la resistencia, y el virtual fracaso de la ley se consumó durante el gobierno de Mauricio Macri, que mediante decreto hizo las modificaciones que quería Clarín.

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Hoy el tema sigue como cuenta pendiente, con las dificultades que implica transitar entre la delgada línea que separa la regulación de la intromisión, pero con un elemento más en juego: la Ley de Medios quedó desactualizada porque no contemplaba el fabuloso y decisivo universo de los medios digitales. Ahora se insistirá nuevamente, y para ello se presentaron una decena de proyectos en el Congreso de la Nación, en una jornada titulada “Comunicación democrática en la era digital, desafíos y propuestas legislativas”. Allí volverá a ponerse la mirada en la pluralidad, la libertad, los discursos de odio… y las pautas publicitarias. Un dilema eterno para el que nadie, hasta aquí, encontró una solución justa.

El Esquiú.com
 

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