Desde la bancada periodística

¿Y si salía la bala?

sábado, 3 de septiembre de 2022 00:55
sábado, 3 de septiembre de 2022 00:55

La ucronía es el nombre que se le da a un subgénero literario que se propone una reconstrucción alternativa de la historia, basándose en eventos que, si bien nunca sucedieron, pudieron haber ocurrido si los acontecimientos hubieran tomado otro sentido.

En palabras más simples, se trata de imaginar y proyectar aquello que pudo haber sucedido si un hecho cualquiera fuera diferente a como acontenció en realidad.

Una ucronía recurrente al analizar el mapa geopolítico del siglo pasado, por ejemplo, es preguntarse qué hubiera ocurrido si Adolf Hitler ganaba la Segunda Guerra Mundial en lugar de ser derrotado. ¿Qué tan lejos hubiera llegado ese diabólico plan del Tercer Reich con un desquiciado gobernando el mundo?

Puede haber ucronías menos dramáticas y hasta curiosas... ¿qué hubiera sucedido si en la más famosa jugada de Maradona contra Inglaterra la pelota pegaba en el palo y salía en lugar de entrar? O al revés, ¿qué hubiera pasado si el disparo de Messi que pasó rozando el poste era gol en la final del Mundial de Brasil?

La ucronía es casi un juego, pero puede tornarse una pesadilla cuando se repasan los momentos previos a una tragedia. “¿Por qué le presté las llaves del auto?”, puede preguntarse quien perdió un ser querido en un accidente fatal; porque la ucronía en ese caso indica que el ser querido estaría vivo.

En realidad los hechos determinantes no siempre son fáciles de reconocer. Quizás toda una vida se resuelve según doblemos en la esquina o sigamos derecho una cuadra más. Nunca lo sabremos, y sólo sabemos lo que sucedió, porque modificar cualquier punto del pasado lleva a que se modifique todo el futuro.

Dixi dixi est, dice una máxima latina. “Lo dicho, dicho está...”, que se completaba con “y ni los dioses pueden modificarlo”. La característica fatal del pasado es que ya no cambiará, por eso la ucronía es un terreno únicamente fértil para la especulación, sin posibilidad de alcanzar certeza alguna.

Pero es en ocasiones inevitable preguntarse lo que la ucronía propone... ¿qué hubiera pasado si...?

La bala que no salió                                                                                                                                 

En la noche del último jueves, la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, regresaba a su domicilio. Era esperada por una multitud de seguidores, quienes llevan adelante una suerte de vigilia para apoyarla, ante el tenor que tomó el proceso judicial que se sigue en su contra por una presunta causa de corrupción. El juicio, más que un hecho judicial, se convirtió en el eje político del país.

La oposición ansía que Cristina sea condenada, para asestarle un golpe terminal al oficialismo, y fortalecer su teoría de que el kirchnerismo es el eje de todos los males de la Argentina.

El peronismo sostiene y denuncia, cada vez con mayor vehemencia, que toda la causa es una maniobra mediático-judicial orquestada por la oposición, que quiere recuperar a fuerza de shows tribunalicios aquello que perdió en las urnas.

Detrás de unos y otros, hay sectores indiferentes, otros expectantes, pero también legiones de fanáticos.

Cada uno explicará con abundantes argumentos por qué su posición es la correcta y la posición rival un mamarracho. Todos pueden hacer eso, pero casi ninguno logra escuchar argumentos distintos.

Porque no se debate una causa penal, ni siquiera un proyecto político. Se participa de una guerra que lleva años, y que es convenientemente alentada y fogoneada casi todo el tiempo. Sin tregua.

Es en ese marco que militantes cristinistas la esperaban en su retorno al departamento en el que reside, en el barrio porteño de Recoleta.

Y fue allí, cuando saludaba entre declaraciones de amor, muestras de afecto y de apoyo, que un brazo se extendió empuñando un arma de fuego cargada con cinco balas.

El agresor gatilló apuntando a escasos centímetros de distancia, directo a la cabeza de Cristina, pero la bala no salió disparada.

El hombre fue reducido y detenido, mientras el país quedó conmocionado por el violento episodio.

Entre algunas pocas voces que pusieron en duda la naturaleza de lo ocurrido, la abrumadora mayoría del arco político nacional condenó el intento de magnicidio contra quien fuera dos veces presidenta de la Nación, y que se mantiene como la figura política más importante del país.

Pero, ¿qué hubiera pasado si la bala salía?

Caos nacional

Considerando la distancia desde la cual se intentó efectuar el disparo, de haber salido la bala Cristina hubiera fallecido a consecuencia del balazo, o hubiera quedado gravemente herida.

Ante semejante tragedia, resulta imposible imaginar un escenario calmo. Miles, quizás millones de personas, habrían ganado las calles para expresar su dolor y su ira, personas que genuinamente reconocen a CFK como su líder. Posiblemente se hubieran sucedido más hechos de violencia, y contener a las masas podría haber derivado en un baño de sangre y un desorden mayúsculo, un caos capaz de hacer tambalear al mismo gobierno del que Cristina forma parte.

Podría haberse generado un desastre de consecuencias incalculables, del cual el país no se recuperaría fácilmente.

Se hubiera cruzado un punto sin retorno. Y ya no tendría importancia si el disparo criminal hubiera sido obra de un demente o de una organización premeditada. Si no se atienden razones ahora, menos se atenderían en circunstancias más extremas.

Lo cierto es que hasta la madrugada de ayer, muchas personas lamentaban en redes sociales que la bala no haya salido. Incluso legisladores declaraban que todo era una puesta en escena. No puede extrañar: días antes otro legislador había pedido la pena de muerte para Cristina.

Triste conclusión

La conclusión a la que empuja la ucronía nos devuelve a una triste realidad, y es que esta sociedad está enferma.

Gravemente enferma, porque un hecho irracional como el intento de matar a una líder política y expresidenta, no tiene manera de inscribirse como un acontecimiento aislado y extraordinario, sino que encaja perfectamente en un escenario donde el odio reina, se promueve y se utiliza no ya como una herramienta más, sino como la punta de lanza de toda discusión política.

Es una realidad que no se puede desconocer, que se observa desde hace tiempo, y que está arrastrando al país todo a un lodazal de ataques y descalificaciones que nada tiene que ver con la convivencia democrática.

No es normal que los principales grupos mediáticos del país dediquen todos los días de su vida a defenestrar y demonizar a una misma persona, portada tras portada, hora tras hora, sin descanso, desde hace más de una década.

No es normal que en lugar de debatir ideas o proyectos toda competencia política se concentre en acumular insultos y acusaciones.

No es normal que se hayan acumulado más de 500 denuncias contra una mujer que ejerció la presidencia por voluntad popular.

No es normal que se haya sembrado tanto odio sin que nadie se haga cargo, sin que se escuche la menor autocrítica, sin que nadie se detenga realmente a replantearse lo que le está haciendo al país.

La bala destinada a matar a Cristina no salió.

Quizás ese proyectil que quedó en la recámara de la pistola Bersa calibre 380 ofrece una nueva oportunidad.

Será la clase política argentina la que decida poner fin a esta era de desencuentros encarnizados, o insistir hasta que la realidad sea peor de lo que cualquier ucronía puede sugerir.

El Esquiú.com

Comentarios

3/9/2022 | 13:25
#149006
desea que, si es culpable, sea condenada y multada para devolver lo que fue parte de la corrupción en la Obra Pública. No le cambiemos el nombre a las cosas. Los peronistas que LA VOTAMOS cuando supimos el desmadre de corrupción sufrido en LA NACION...nos dio bronca. Y nos dio también bronca que reciba DOS PENSIONES GRACIABLES, QUE SON PARA ALGUIEN QUE DIRIGIO EL PAÍS Y NO TIENE DINERO SUFICIENTE PARA MANEJARSE. Elpidio González, para quien dictaron esa Ley Nacional la rechazó. Macri cobra la mitad pero dona una parte a Margarita Barrientos. Y también es MILLONARIO. CFK es multimillonaria pero al donar su parte a sus hijos, SE CONVIERTE EN DESVALIDA. Pero ni ella, ni Macri, ni Duhalde, ni Rodríguez Saa, ni los que lo cobren (los de la CSJ también) NO DEBEN COBRARLA Y JUBILARSE POR LO QUE APORTARON. CFK tiene años de sobra como Senadora nacional. PERO...SIENTO QUE SON CODICIOSOS.

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