Apuntes del Secretario

domingo, 4 de septiembre de 2022 00:01
domingo, 4 de septiembre de 2022 00:01

El atentado y la paz social

La atención política de la semana estuvo puesta en el atentado contra la vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández. Por supuesto, repercutió en todos los rincones de la Argentina. Si alguien piensa que con el transcurrir de los días puede bajar la tensión, sinceramente pensamos que se equivoca. El fracasado magnicidio del militante anticristinista se mantendrá en la agenda hasta la finalización de las elecciones 2023 y puede seguir más allá. Los odios, en un país donde la pobreza sienta sus reales, han quebrado la paz social, base fundacional para el funcionamiento de la democracia. Esas condiciones mínimas de entendimiento, como lo venimos afirmando desde estas columnas, no funcionan en la Argentina y a la conmoción del atentado le pueden seguir semana a semana sonoros estrépitos. Con este panorama de quebranto económico y odios patológicos no se puede esperar otra cosa que situaciones de extrema gravedad. Ojalá nos equivoquemos y se evite el baño de sangre de otros tiempos que parecía estar superado.

 

Recrudeció la interna radical

Más allá de los sucesos que produjeron estupor y marchas multitudinarias a lo largo y ancho del país, aparte de recorrer todos los portales del mundo y de sus principales rotativos, en la Patria chica también acontecen movimientos políticos asociados a la política. La mayoría de ellos, por estos días, tuvieron que ver con los radicales. La elección en la juventud, tal como ocurre con los mayores, fue motivo de discusiones que parecen el estribillo de todos los tiempos. La Junta Electoral, dominada aún por castillismo, en primera instancia, aprobó una de las dos listas, la que encabeza la joven Agostina Maza Ibáñez y es apoyada por la vieja guardia del radicalismo provincial. Allí mismo saltó al ruedo la línea “Renovación Radical”, integrada por nuevos sectores del partido entre los que destaca la línea “Raúl Alfonsín”, cuyo guía es el senador nacional Flavio Fama. Su apelación en la Justicia Federal tuvo éxito y el candidato, Agustín Marchetti, podrá participar de las elecciones que se realizarían en el curso del presente mes.

 

“Pelotazo en contra de Puente”

Antes que la Justicia Federal se expidiera y diera luz verde a las elecciones de la juventud, se produjo un duro cruce entre Fama y el diputado Tiago Puente, uno de los pocos militantes que todavía responde al exsenador Castillo. En su afán de “llevar agua para su propio molino”, el joven legislador provincial ingresó en una discusión que realmente no le convenía. Le dijo al exrector que ellos, o sea los castillistas, defendieron la eliminación del Consejo de la Magistratura que llevó adelante el gobierno, añadiendo que el exrector estuvo de acuerdo con el gobernador Jalil para la creación de la Comisión Evaluadora de los jueces y fiscales. Si habría que señalar una locura política, no caben dudas que esta lleva la delantera. Fue el castillismo, y nadie más que el castillismo, quien aconsejó a sus diputados que faltaran a la sesión donde se trató el tema y el peronismo, ni lerdo ni perezoso, no solo eliminó el Consejo de la Magistratura, sino aumentó a 7 el número de miembros de la Corte de Justicia. Refregar la vieja herida de un espurio pacto no fue la mejor idea de Puente. Y si Fama alentó la creación de la Comisión Evaluadora, no caben dudas que sacó ventajas ante sus correligionarios, toda vez que impuso a Gonzalo Salerno que, con doble voto, es el presidente de la comisión que designa y controla jueces. La pelea, por cierto, tendrá continuidad cuando se abran las urnas que se utilicen para la elección de la juventud.

 

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Independientemente, Fama fue más allá de la contienda juvenil. Acusó a Francisco Monti y Tiago Puente de “recurrir a viejas prácticas para dejar afuera a quienes pretendan discutirle posiciones” y les espetó que “actúan como Castillo, a quien le endilgó no ser adepto a los procesos de democratización interna del partido”. En esto no se equivoca. El decrépito exsenador siempre fue enemigo de las internas y por ello concibió una carta orgánica a la medida de sus intereses. Prácticamente impide cualquier proceso democrático y, de hecho, vino ganando las últimas elecciones con una lista única. De hecho, tiene mayorías en el partido -comité provincial, distritos y convención, etc- que surgieron de la última ficción electoral cuando los que quisieron discutirle el poder fueron marginados por una junta electoral nada imparcial. La Justicia Federal no tuvo entonces otra alternativa que hacer lugar a esa impugnación porque resulta imposible hacer listas completas en 12 de los 16 departamentos como requisito sino qua non para poder participar.

 

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A propósito de la carta orgánica. Cuando Francisco Monti quedó al frente al comité provincial por el inesperado fallecimiento de Marita Colombo, este secretario apuntó que, si quería tener poder propio, su tarea excluyente pasaba por lograr consensos para convocar a una convención que estudiara la reforma de la carta orgánica, la que bien podía ser aprobada por los convencionales por las acciones en baja de Castillo. Hasta ahora, cuando ha pasado más de un año de la partida de Marita, no se ha hecho nada en ese sentido. Por ello ya hay problemas con la elección de la juventud y habrán de multiplicarse cuando que haya que elegir los candidatos para 2023, mucho más si el gobierno resuelve suspender las PASO, una cuestión que está en la agenda oficialista.

 

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La reunión de la semana pasada de los jefes de bloque de la oposición con el gobernador Jalil fue considerada positiva porque se abordaron temas “livianitos”. Allí no se habló nada en profundidad de las PASO y el mandatario solamente prometió que, hacia fines de octubre, daría a conocer la fecha de las elecciones provinciales que, como se sabe, pueden adelantarse para marzo o hacerse en coincidencia con los comicios nacionales de octubre. En relación a este tema, dentro del peronismo, “no está dicha la última palabra” y, por ende, los radicales sufren la angustia de la incertidumbre. Que haya venido días pasados el diputado Mario Negri -jefe del interbloque de Juntos por el Cambio- a pedir certeza electoral no agrega nada. No conoce ni la constitución de Catamarca en temas electorales y mucho menos como el radicalismo vernáculo se aprovechó de la facultad de optar por marzo u octubre por casi dos décadas.

 

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Una más del inefable Negri. Alentado por sus correligionarios, más el cuasi Juntos por el Cambio Hugo Avila, señaló que el avión sanitario que compró la provincia debe utilizarse para cuestiones sanitarias exclusivamente. El gobierno paga estos costos políticos porque nunca supo explicar bien esta situación. La prioridad, es cierto, será para cuestiones sanitarias, lo que no quita que los funcionarios lo puedan utilizar para viajar a Buenos Aires o a otros puntos del país para gestionar cuestiones favorables a Catamarca que significan dinero y obras. Antes, por las dudas los críticos del momento se hayan olvidado, por cualquier urgencia, Catamarca tenía que alquilar vuelos a Tucumán, Córdoba o Santiago del Estero. Hoy con avión propio se cumple con los traslados sanitarios urgentes y se ahorra dinero con otros viajes o, si hay posibilidades, prestando o alquilando el Lear Jeep.

 

La historia de la convertibilidad

Vamos con los recuerdos. El gobierno peronista nacional, en marzo de 1990, trabajaba en la preparación de un programa económico que constituiría la cuarta fase de las tres que ya había aplicado el exministro de Economía de Carlos Menem, Antonio Herman González, cuyo objetivo central era la federalización de la economía, la profundización del ajuste fiscal y el reordenamiento total del sistema financiero. El eje del plan, se decía, era la creación de una nueva moneda que se denominaría peso federal y tendría una paridad de 1 a 1 con el dólar. Esa idea, en realidad no pertenecía al ministro riojano de Carlos Menem, sino a Domingo Felipe Cavallo, que ejercía como canciller de la Argentina y, mientras cumplía este cometido (relaciones carnales con los Estados Unidos, recomposición comercial e institucional con el Reino Unido, etc), preparaba el plan económico que, según sus expresiones, iba a terminar con la inflación y generar un gran clima de confianza para abrirle la puerta a las inversiones extranjeras. Se trataba de la famosa convertibilidad que, en el arranque, trajo tranquilidad y posibilitó ganar inmensas fortunas a los empresarios, pero que al final generó un verdadero derrumbe del país. De hecho, tras la salida de Menem (completó el mandato a fines de 1999), por mantener la convertibilidad, el gobierno de la alianza que encabezaba Fernando de la Rúa duró menos que un suspiro. 


El Esquiú.com

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