Triste objetivo

El diputado nacional Rubén Manzi cometió un “sincericidio” al adelantar el rol que jugará durante los próximos días en el Congreso de la Nación, al admitir cándidamente que “vamos a plegarnos a la estrategia de tratar de evitar que se pueda sesionar”, triste y opaco objetivo para quien asumió la responsabilidad de representar al pueblo de Catamarca en el Parlamento nacional. No habló Manzi de debatir, de oponer argumentos, de llevar propuestas o en todo caso de plantar batalla en disidencia con aquello que rechaza. Su declarada meta es abortar las sesiones y nada más, cruzada que en definitiva resulta tan cómoda como improductiva, y parece más dirigida a satisfacer a jefes políticos que a responder a las necesidades del pueblo catamarqueño.

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Como segundo argumento, incluso más pobre que el anterior, Manzi renegó de la cantidad de iniciativas propuestas para su análisis en las extraordinarias: “El Poder Ejecutivo incluyó 27 temas en un periodo extraordinario de apenas cinco semanas, es imposible tratarlos a todos”, analizó con pereza, aunque en 2018, por caso, Mauricio Macri convocó a extraordinarias para tratar 40 proyectos de ley en tres semanas, por citar un ejemplo cercano, de modo que nada fuera de lo común hay en el cálculo aritmético que agobia al médico.

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Pero lo realmente lamentable es que no se acompañe el reclamo catamarqueño y de la mayoría del interior ante la avanzada de la Capital Federal para apropiarse de multimillonarios recursos cuyo destino corresponde a las provincias, merced a un regalo de Mauricio Macri a su amigo y sucesor Horacio Rodríguez Larreta, quien mediante un simple decreto le elevó la coparticipación a CABA del 1,4 al 3,75 por ciento. Habló Manzi de cinismo político, aunque su propia jefa Elisa Carrió, denunciaba a Macri por delincuente y contrabandista para luego convertir al CC-ARI que Manzi integra en sus más férreos defensores y aliados, aunque para protegerlo haya que actuar contra Catamarca. Cómo se llamará eso si no es cinismo.
El Esquiú.com