Hasta que la muerte nos separe

Quizás la vocación de servicio de determinadas personas sea extremadamente fuerte, quizás la permanente exposición tenga su encanto, quizás los privilegios que se alcanzan justifican todos los sinsabores colaterales. Lo cierto es que, al menos en Catamarca, prácticamente ningún dirigente –hombre o mujer- que haya saboreado las mieles de la función pública en cargos altos, se desprende luego por voluntad propia. La idea de asumir, cumplir un mandato y regresar a casa no entra en los planes de nadie. Como si se tratara de la propia fuerza de la naturaleza, sobrevivir se impone como el fin excluyente.

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Todo aquel que asume un cargo (salvo contadísimas excepciones), inmediatamente después, comienza a pensar en retenerlo a cualquier precio. Si se muestra dispuesto a dejarlo, es porque tiene asegurado otro mejor, o más cómodo, o más redituable. Los que se bajan del escenario es porque cayeron en desgracia o perdieron la bendición de algún jefe, y aun así, en un último y desesperado intento por permanecer, procuran al menos abrazar un “índice de supervisor” desde el anonimato. Salir del Estado y volver al llano, dedicarse a la actividad privada o a un trabajo corriente, es visto como el mismísimo descenso a los infiernos.

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En esa lucha por subsistir, a veces las convicciones son apenas un pequeño escollo fácil de eludir. Por eso abundan los funcionarios que se abrazan, alaban y dedican sus mejores posteos en redes sociales (para que todos sean testigos de su admiración) a los mismos que aborrecían en la gestión anterior. Lo importante es mantenerse en la vereda del sol, y si hay que cruzar la calle se cruzará tantas veces como sea necesario. Un fenómeno digno de ser analizado, que por acto reflejo podría atribuirse al interés económico, pero seguramente está más allá, porque ni siquiera escapan a la adicción quienes tienen su vida monetaria largamente resuelta. Este año habrá elecciones: cuando empiecen a definirse las candidaturas podrá corroborarse la plena vigencia de esta conducta.
El Esquiú.com