El Secretario
Gran inquietud generó en la comunidad catamarqueña el hallazgo de frascos con vacunas contra el coronavirus, en un allanamiento vinculado con un operativo antidrogas. Es una reacción lógica y comprensible cuando toda la población está sensible después de casi un año y medio de emergencia sanitaria, al cabo del cual las vacunas representan la gran esperanza de dejar atrás esta pesadilla. Como es natural, apenas se conoció la inusual situación, proliferaron toda clase de teorías y especulaciones sobre el modo en que los envases del antídoto –vacíos o con pequeños remanentes- fueron a parar a un domicilio particular, y sobre todo de la finalidad que podría tener su acopio.
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Por cierto, el mayor temor se vincula con la posibilidad de que alguien manipule dosis por fuera del esquema oficial que maneja el Ministerio de Salud, e incluso si se tratara de residuos de vacunas ya aplicadas, no queda claro por qué existe un margen para que esos envases vuelvan a circular. Ocurre que todas las opciones son negativas, ya sea que circule clandestinamente la vacuna o que los frascos puedan rellenarse con otro líquido, dando espacio a la eventual acción de personas inescrupulosas.
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Por la seriedad del tema, lo más aconsejable es dejar que la investigación avance y mantener la prudencia antes de dar lugar a conclusiones temerarias que carezcan de sustento. Incluso si los frascos vacíos fueron retirados inocentemente por una persona que tenía acceso a ellos, se deberá detectar qué protocolo falló o fue violado. De momento, es muy saludable que la situación se haya conocido por vías oficiales, y que se informe seria y directamente sobre lo ocurrido. En ese mismo rumbo, se esperan ahora respuestas, tanto para deslindar responsabilidades como para confirmar lo más importante: que en ningún momento se haya puesto en riesgo a la población con una herramienta tan vital como las vacunas en plena pandemia.
El Esquiú.com