El Secretario
Dolorosos sacrificios
Asumió finalmente Javier Milei como Presidente de la Nación y en su primer mensaje desgranó un amplio vaticinio de penurias y sinsabores por venir, incluyendo, según sus textuales palabras, “dolorosos sacrificios” para los argentinos. Sin muchos eufemismos, Milei avisó directamente que “vamos a hacer un ajuste que impactará negativamente en los empleos, salarios, pobreza e indigencia”, ante una multitud que lo vitoreaba y reclamaba entusiasmada: “¡Motosierra, motosierra!”.
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¿Por qué en el mismo momento de su asunción un Presidente se permite ofrecer tan malos augurios? Porque sostiene que las decisiones que tomará son el único camino posible para resolver la situación actual, que atribuyó ambiguamente a malas políticas y desaciertos del último siglo y, específicamente, al “kirchnerismo”, con la conveniente omisión del aporte de sus socios macristas y el período 2015-2019, que marcó el retornó del FMI al país y en un endeudamiento que condicionó todo desde allí. Por lo demás, con algunas citas erróneas, imprecisas o exageradas, como que el país es “un baño de sangre”, Milei se esforzó por dar el peor diagnóstico posible y dirigir las variables del futuro inmediato al mismísimo averno.
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Si todo el camino que condujo a Milei desde el anonimato a la presidencia a una velocidad meteórica es inédito en la historia, debe decirse que su mensaje de ayer no tiene ni un aspecto novedoso: hizo en realidad lo que han hecho todos los presidentes de la historia al tomar el mando del país tras un cambio de signo político. Cargó todas las tintas sobre la “pesada herencia” y se regaló un buen plazo de gracia, anticipando que la inflación se quedará al menos dos años más. Habrá que ver si el sufrido pueblo argentino tiene aire suficiente como para resistir más golpes y si en su plan de medidas el nuevo conductor consigue el imprescindible apoyo de un Congreso al que necesitará como el agua, a pesar de que ayer no se dignó a dirigirle ni una sola palabra.
El Esquiú.com