El Secretario
Película repetida
Tal como sucedió en 2015 tras el debate presidencial entre Mauricio Macri y Daniel Scioli, comenzaron a circular fragmentos del debate previo al balotaje entre Javier Milei y Sergio Massa, con idéntico resultado: exponer las contradicciones, promesas incumplidas o lisa y llanamente mentiras que los candidatos ganadores utilizaron para seducir al electorado, y que constituyeron palabras vacías que se llevó el viento una vez concluida la elección. Hay que otorgarle cierto crédito a Macri, que al menos demoró un poco más en quitarse la máscara, quizás porque sus promesas eran más ambiciosas y a largo plazo, como “pobreza cero”.
*****
En el caso de Milei, tres días alcanzaron para dejarlo en evidencia y ridiculizar los compromisos que con tanta vehemencia asumía. Curiosamente, tan incoherente comportamiento genera a la vez menos sorpresa, porque ya en su campaña se había caracterizado por constantes y abruptas marchas y contramarchas de discurso, tanto en sus propuestas como en la conformación de su espacio, donde terminó por integrar y hasta se sometió a quienes momentos antes descalificaba entre insultos.
*****
No obstante, las medidas económicas resueltas en su primer “paquete” vienen a decepcionar a sus propios votantes, quienes confiaron en alguien que se mostraba decidido a barrer con los privilegios de la política sin herir al pueblo. Al cabo, lo que se catalogaba como infundada “campaña del miedo” resultó una descripción precisa de las decisiones inaugurales del Presidente. “El ajuste lo paga la política y no la gente. No me voy a meter con la gente, me voy a meter con la casta”, repitió Milei hasta el cansancio, así como vociferaba que “Prefiero cortarme un brazo antes que subir impuestos” o como juró que “No vamos a tocar las tarifas”. Tan lejos queda la acción de Javier Milei con respecto a aquello que propuso que resulta directamente una estafa electoral, suficiente como para convertir en un “poroto” las promesas de “salariazo y revolución productiva” de su admirado Carlos Menem.
El Esquiú.com