Las reformas que vienen

Importantes definiciones dejó el Ministro de Gobierno Juan Cruz Miranda en una amplia entrevista cedida al programa “Contexto Actual” de Radio Esquiú. El titular de la cartera política en el gabinete de Raúl Jalil, respaldó plenamente la iniciativa de avanzar con una reforma sobre el Poder Judicial, y vislumbró como positivas las observaciones que se hicieron, al considerar que cada nueva mirada “sumará temas” y enriquecerá los cambios que por ahora tienen sólo forma de proyecto. En ese punto valoró el diálogo que se sostiene con integrantes de la Corte de Justicia, al reflexionar que, en definitiva, la corriente reformista no tiene opositores, sino que lo que se perciben son diferentes visiones acerca de los aspectos en los cuales debe ponerse mayor énfasis.

Hacia la década

Miranda encadenó esa situación con otras reformas que siguen en carpeta, como la estatal, y fundamentalmente la de la Constitución de la Provincia, que en algún momento fue la más moderna del país y hoy comienza a quedar obsoleta en varios capítulos, por menciones u omisiones, algo lógico si se contempla que han transcurrido ya 35 años desde la última vez que se revisaron y actualizaron los contenidos de la carta Magna provincial. Lo lamentable en este punto es que hay una iniciativa de reforma ya avanzada, que ya va a cumplir nueve años en el freezer y se encamina a la década durmiendo el sueño de los justos en el cajón de un escritorio. Lo que el ministro considera es que la apertura y el avance en la reforma judicial, que ha reunido buenos consensos, bien podría abrir las puertas hacia la etapa de la discusión constitucional. “Sin poner el carro delante del caballo, capaz que terminemos en eso” expresó.

Las trabas de siempre

Pero Miranda sabe también que a meses de elecciones tan decisivas como las que se desarrollarán en agosto y octubre, resulta casi utópico crear las condiciones para un diálogo franco, abierto y desinteresado como el que una reforma constitucional requiere. Por eso, aunque reconoció en la oposición voces “valiosas” para participar y aportar, admitió que “probablemente el año electoral enturbie un poco y corra el arco”. Indudablemente tiene razón, con los ánimos exaltados, las expectativas y todo lo que moviliza una elección, máxime cuando se pone en juego el gobierno, el terreno no es el más fértil para el diálogo maduro. El problema radica en que los argumentos sobre la imposibilidad de discutir se mantienen desde hace prácticamente una década, y ha pasado ya el equivalente a dos mandatos gubernamentales completos sin que la reforma se concrete. Es sabido que la oposición, aunque acompañó la propuesta en su esencia, al cabo frustró su concreción. Y es una verdadera lástima porque Catamarca necesita adecuar esa Constitución.

Envejecida

La Ley fundamental catamarqueña tiene 35 años, y se hace imperativo aggionarla, modernizarla, ampliarla, actualizarla, enriquecerla e incluso corregirla, sobre todo en tiempos tan vertiginosos que incluso la propuesta de reforma admite ser revisada. En 2014 se formó una Comisión Consultiva para la Reforma Constitucional, que presidió en su momento el actual intendente capitalino, Gustavo Saadi, y que recorrió la provincia reuniendo objeciones, ideas, visiones y sugerencias, muchas de las cuales se incorporaron al proyecto original. Hoy hasta sería necesario renovar la ronda de consultas para avanzar. La Constitución vigente es vieja, y caducó por tratamiento o ausencia de innumerables temas: género, diversidad, derechos posteriormente reconocidos o reivindicados, pueblos originarios y un sinúmero de elementos ratifican que debe ser revisada. Incluso los avances tecnológicos. La Constitución nacional es señalada por muchos juristas como “antigua” porque ya va a cumplir 30 años (fue reformada por última vez en 1994). Qué queda para la catamarqueña.

Demandas

El proyecto de 2014, ya prácticamente perdido o malogrado, respondía a importantes demandas, incluso de la oposición, como la certeza electoral. Más aun, ya planteaba una reforma en el área judicial como la que se está discutiendo hoy, proponiendo por ejemplo: Concursos públicos de antecedentes y oposición para magistrados y funcionarios. Por medio de ellos se decidirá la continuidad en el desempeño de los cargos, en base a la renovación de aptitudes y saberes jurídicos; concursos para el ingreso al Poder Judicial, obligatorios como requisito para ser empleado de la Justicia; creación del defensor General de la Corte; implementación del fuero Contencioso-Administrativo con tribunales especializados en la materia; transformación de la Policía Judicial; equiparación del requisito de antigüedad entre quienes desempeñan funciones judiciales y los abogados que ejercen su profesión, etc. Cuentas pendientes que, por el momento, seguirán pendientes...

En el Congreso

A propósito de leyes y revisiones, en el Congreso de la Nación el diputado nacional Eduardo Valdés (peronista de Capital Federal) presentó un proyecto de ley para la creación de una Comisión Bicameral facultada para revisar las leyes aprobadas durante la última dictadura militar. Si avanza, será una tarea más que ardua. Por supuesto que en la Dictadura (1976/1983) no funcionaba el Congreso, pero eso no impidió instaurar leyes y normas. El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional creó una Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), que entre el 24 de marzo de 1976 y el 9 de diciembre de 1983 impuso más de 2.000 leyes. El dato sorprendente es que de ese conjunto de leyes, 469 aún siguen vigentes. Como en el país rigen en total 4.449 leyes, eso significa que una de cada diez fue aprobada por el gobierno de facto y heredada por la democracia, sobreviviendo ya cuarenta años. Allí se incluyen cuestiones de peso como la Ley de Entidades Financieras, la Ley de inversiones extranjeras, la Ley de expropiaciones y el Régimen Penal de Minoridad. “Queremos dar un contundente mensaje de no impunidad y poner al Congreso a la altura de la historia democrática removiendo otro de los vestigios de la dictadura militar, como es la vigencia de leyes aprobados por fuera del sistema democrático”, apuntó Valdés. De Provincia a la Muni Muchos funcionarios capitalinos dejaron la municipalidad para pasar al equipo de Raúl Jalil en los últimos años, entre ellos Gustavo Aguirre, Stella Nieva, Ángel Agüero, Rafael Ponzo Florimonte, Martín Miranda, Emilio Carignano, Fabiola Segura... pero esta vez se dio al revés. La contadora Marquesa Blanco dejó la Secretaría de Recursos Humanos del Ministerio de Trabajo, Planificación y Recursos Humanos para asumir de inmediato como secretaria de Educación y Cultura en Capital. Lo hizo en reemplazo de Patricia Saseta, de extensa trayectoria en el gobierno de Lucía Corpacci (también al frente de Cultura). Saseta se jubiló, y Blanco asumió en su lugar casi en simultáneo con la llegada de Virginia Guzmán al sillón que ocupaba en Provincia.

Recuerdos

El 30 de marzo de 1981, el mundo se conmocionó con las imágenes del atentado contra Ronald Reagan, quien había asumido como presidente de Estados Unidos apenas dos meses antes. Reagan salía de una conferencia en el Washington Hilton Hotel cuando se desató una balacera, que hirió al mandatario y a tres de sus acompañantes. Luego se supo que Reagan no recibió el impacto directo de ninguna bala, sino un tiro que había rebotado y le produjo una leve herida superficial en el pecho. En aquel entonces tenía 70 años. El autor del ataque fue John Hinckley Jr., a quien atraparon en segundos, aunque no recibió ninguna condena: fue declarado inocente por motivos de demencia y permaneció confinado en una institución psiquiátrica hasta 2016. El joven, con severos problemas mentales, se había obsesionado con la película Taxi Driver, en la que el personaje de Robert de Niro intenta asesinar a un Senador de los Estados Unidos que se está postulando para Presidente. Hinckley lo hizo porque estaba “enamorado” de la actriz Jodie Foster, quien siendo todavía niña interpretó a una prostituta en la misma película. Tras enviarle una gran cantidad de cartas a la actriz, el potencial asesino creyó que si ganaba notoriedad matando al presidente conquistaría la atención de Foster. Acechó primero a Jimmy Carter, y luego concretó el ataque con Ronald Reagan.

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