Llegó junio y con él se agota el margen para las especulaciones políticas, ya que el viernes 23 vence el plazo para que las distintas fuerzas presenten sus precandidatos para las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Será un momento clave para alianzas oficialistas y opositoras, casi tan definitorio como el día de la votación, porque quien falle en esta instancia no tendrá oportunidad de volver atrás con sus decisiones. Es uno de los aspectos menos comentados de las PASO; pero que cerró una práctica que se mantuvo por décadas en Catamarca y el país. Antes, los sectores que eran marginados o quedaban afuera en una contienda interna, podían integrarse a otra fuerza. Era un intenso éxodo de “despechados”, alentado por líderes que pasaban la “ambulancia” para levantar a los heridos rivales y sumar votos. Hoy esa prerrogativa ya no existe, porque los únicos candidatos habilitados para la general son los que surgen de las primarias, con un piso de 1,5 por ciento del total de votos. Se pueden prometer apoyos, pero no mucho más.

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Las PASO asoman complejas en todas partes, a diferencia de experiencias de otros años en que se transitaron casi como un trámite formal. A tres semanas del armado definitivo de listas, una multitud de aspirantes se mantienen sin ceder terreno, tanto a nivel provincial como nacional. Se trata entonces no sólo de resolver un sistema justo de competencia, sino de asegurarse que esa competencia no derive en una implosión que termine por favorecer al rival. Ante la diversidad de ofertas, los acuerdos de cúpula se hacen en muchos casos casi imposibles, entonces debe negociarse mucho previamente para sortear el proceso con la menor cantidad de heridas posible: aquí una victoria pírrica no sirve, porque sus efectos podrían impactar negativamente en octubre. Como fuere, los relojes avanzan inexorablemente. Peronistas, radicales y aliados apuran un entendimiento que siempre se observa como la mejor opción, pero que si no llega tendrá la batalla final en las urnas por las candidaturas, lisa y llana, a la vuelta de la esquina.

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