Apuntes del Secretario
Ahorro forzoso
Ni siquiera la política es ajena a la crisis económica que atraviesa el país, y por eso se está evaluando la manera de abaratar los costos de las próximas elecciones. Se sabe que el monstruoso despliegue que demanda un acto electoral genera una erogación igualmente monstruosa, que incluye desde operativos de seguridad hasta los sanguchitos para las autoridades de mesa, pasando por publicidades, traslados, apertura de escuelas, movilización de fiscales e innumerables etcéteras. Pero por como pinta el panorama cualquier reducción de gastos sirve, y la veta que se encontró para ahorrar un poco es achicar el tamaño de las boletas.
Eso reduciría los números por dos razones: la primera y más elemental, porque se consumirá menos papel, y la segunda porque actualmente no son muchas las imprentas en condiciones de imprimir los votos tal y como se los exige. Si se reduce un poco el tamaño del voto, muchos otros imprenteros podrían meterse en la discusión, y por crecimiento de la demanda, la esperanza es que también se abaraten los precios. En el medio se denuncia que la impresión de boletas es un dorado negocio para algunos, pero hay una cuestión más de fondo: el tamaño exacto de los votos no se define de manera caprichosa, sino que está expresamente determinado por ley. Así las cosas, la Justicia Federal, que también tiene competencia electoral, podría sortear ese escollo si se llega a un acuerdo con todas las fuerzas políticas participantes.
Hasta ahora los más interesados son los movimientos políticos con menos estructura, como la Izquierda y los libertarios, pero el tema está sobre la mesa y podría haber una definición en los próximos días. También es cierto que, al eliminarse la gran mayoría de los precandidatos y colectoras, sobre todo en Capital, habrá muchos menos votos que en las primarias de agosto (como también será más fácil y rápido el escrutinio), pero la reducción física de los votos no es nada descabellado, y de hecho la medida ya tiene antecedentes en otros puntos del país, donde se resolvió por idénticos motivos: ahorrar dinero.
Las campañas
En lo que hace estrictamente a as campañas locales, paulatinamente se van retomando las actividades, hasta aquí con la misma tónica que se obsevró en las primarias. No hubo grandes golpes de timón discursivos, el oficialismo sigue a toda marcha con la obra pública y las inauguraciones, mientras las tropas de Juntos por el Cambio procuran reagruparse y contagiar algo de entusiasmo en medio de malestares y pases de facturas internos. Las estrellas del momento, los libertarios, no logran por su parte ordenar su doble discurso, ya que Javier Galán, que en definitiva quedó afuera del juego, mantiene una fuerte presencia mediática y dispara sin piedad contra los representantes de la fuerza que lo tiene como “referente”.
Galán no deja de asegurar que José Jalil Colomé es un caballo de Troya puesto por el Gobierno para dividir y debilitar a la oposición (idea a la que también se sumó Hugo “Grillo” Ávila) y que no representa el proyecto de Javier Milei. Así planteado el panorama, a 39 días de la decisiva elección, Juntos por el Cambio lucha contra el escepticismo de sus propias filas, y el Gobierno procura mantener el status quo que lo muestra con amplia ventaja.
Para ese objetivo, el peronismo local vuelve a tener como gran rival el panorama inflacionario, por eso el diálogo con los gremios se hace vital para contener los ánimos. Hoy el mal humor latente por los precios es una amenaza mayor a la que representan todos los opositores juntos. Los libertarios, finalmente, quieren dejar de ser sorpresa e inluco ampliar el batacazo generado por la fuerza expansiva del fenómeno Milei en el resto del país.
El golpe de Ganancias
Sergio Massa se anotó un poroto importante llevando el piso del Impuesto a las Ganancias arriba de 1,7 millones de ingresos mensuales, lo cual excluye a casi “todo el mundo”, porque el 99 por ciento de los laburantes ni se asoman a esa cifra. Es lo que en su momento había prometido Mauricio Macri: “El Estado no tiene que quedarse con el fruto de tu trabajo. En mi gobierno, los trabajadores no van a pagar el impuesto a las Ganancias”, dijo el empresario PRO en 2015, aunque luego duplicó la cantidad de asalariados que sufrieron el recorte. Massa finalmente lo hizo realidad y además manejó muy bien el anuncio. Primero lo lanzó en redes sociales, sabiendo cuál sería su próximo paso, y esperó a que toda la oposición mordiera el anzuelo. Efectivamente, salieron en malón a reclamarle por qué no lo hacía ahora mismo, y lo hizo, dejando a todos en offside.
Si muchas veces falló la comunicación oficialista, en esta jugada resolvieron con precisión quirúrgica, y ahora el peso queda en las espaladas de los legisladores: ¿cómo podrán rechazar el proyecto? Esa movida y el respaldo masivo obtenido en Tucumán, sugieren un fortalecimiento de Massa de cara a las generales, y el objetivo de llegar al balotaje no parece utópico. Patricia Bullrich, por su parte, se esfuerza por capitalizar la victoria de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, mientras Milei surfea entre quienes ya lo consideran ganador y aquellos que miran si el fenómeno se consolida o si se desinfla. En algunas semanas lo sabremos.
El Esquiú.com