Tik Tok
El avance tecnológico se presenta desde hace décadas a una velocidad impensada, que lógicamente aceleró la caducidad de innumerables legislaciones, ya que el mundo real pasó a presentar una serie de situaciones inexistentes y en consecuencia ni siquiera contempladas al momento de redactar normativas. Estos vacíos legales se fueron multiplicando, y cuando se intentó alcanzarlos, opciones aun más novedosas ya estaban a años luz de distancia.
Cuestiones como el derecho de autor, límites en la intromisión de vidas privadas, reproducciones incontrolables y fake news, emergen entre los problemas más visibles de ese panorama. Pero surge también otro frente para analizar, y es la incidencia de esos métodos y plataformas para manipular e influir, por ejemplo, a la hora de hacer política.
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Si es positivo o negativo, parece ya un dilema intrascendente: es una realidad, se acepte o no. Y si en algún momento sacudieron el tablero propuestas como Facebook, Twitter o WhatsApp, hoy el fenómeno es Tik Tok. La red social de origen chino, que en Tik Tok tiene su versión occidental, arrasa con su oferta infinita de videos que pueden durar desde un segundo hasta 10 minutos, y que hoy tiene entre sus usuarios a más de ¡2.000 millones de personas! Con semejante poder de llegada, se convirtió en una herramienta poderosa para quien sepa usarla.
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Los políticos se desvelan pensando cómo incursionar con éxito en ese terreno, tan accesible y a la vez complejo. Imágenes de unos pocos segundos que promueven simpatías y odios, que dejan mensajes duros o cuestionables disfrazados de humor, rodeados de luces de colores; infinitos caballos de Troya dirigidos al cerebro bajo la forma de entretenimiento.
Es el presente, y ha superado los cálculos y el conocimiento de la mayoría de los expertos. La argumentación, el razonamiento, incluso el pensamiento, van quedando en desuso. Algo indefinido se impone, difícil de identificar y dominar, pero con un peso en la toma de decisiones de las masas que ya es innegable.
El Esquiú.com