El Secretario
Ganó Milei, perdió la universidad pública
El Presidente Javier Milei se anotó otra victoria política en el ámbito del Congreso de la Nación, ese reducto que inicialmente asomaba como el más hostil que podía encontrar en su gestión, pero que a fuerza de acuerdos, negociaciones y estrategias –unas legítimas, otras cuestionadas- comienza a soplar cada vez con más viento a favor para la gestión del autodenominado liberal libertario. El balance hasta aquí es más que positivo para el mandatario: si bien le rechazaron un DNU (el que otorgaba fondos extraordinarios a la SIDE) y le arrebataron una que otra comisión; todas las decisiones de peso acompañaron la voluntad del hombre que ocupa el sillón más importante en la Casa Rosada. A saber, encontró luz verde para la Ley Ómnibus (con algunos recortes, pero aprobada al fin), encontró respaldo para su gran DNU, y soportó los embates para mantener sus controvertidos vetos a los aumentos de las jubilaciones y al financiamiento de las universidades públicas. Esto significa que dos de sus grandes derrotas en el Parlamento, en definitiva, fueron sólo temporales, y las revirtió con el poder que le otorgan sus facultades ejecutivas. Porque la oposición celebró tanto la aprobación de la movilidad jubilatoria como la Ley de Financiamiento Universitario, pero ambas normas se desplomaron sin entrar jamás en vigencia.
*****
La diferencia entre otros triunfos libertarios y lo ocurrido ayer, es el costo social. Es diferente imponerse en una pulseada estrictamente política a tocar un nervio sensible de toda la comunidad. Que a la SIDE la pueda monitorear Martín Lousteau es importante, pero no le cambia la vida cotidiana a nadie. Que se aplaste a las universidades públicas es otro cantar. Milei impuso sus números en el Congreso, pero eso no revierte la indignación y el desencanto de los millones de argentinos que marcharon por las calles en las marchas federales. Obrar en forma tan directa contra la voluntad popular no es gratuito, por mucho que pueda festejar hoy el Gobierno nacional.
*****
Ayer perdió la educación. El sermón del déficit cero como guía suprema de todas nuestras vidas no convence a nadie. Muchos menos a alumnos, docentes, padres y miles de familias que encuentran en las universidades una puerta hacia el desarrollo y el progreso personal. Mucho menos a quienes observan y toman nota de los gastos estrafalarios de un Gobierno que pasa la motosierra al pueblo, pero potencia todos los privilegios de sus funcionarios más encumbrados, al tiempo que dilapida recursos como las reservas del país. La jornada de ayer ofrece como conclusión que, si la ratificación del veto motivó algún brindis, ciertamente no fue en ningún hogar de trabajadores.
El Esquiú.com