El Secretario

80 años después, renace la peor de las pesadillas

viernes, 22 de noviembre de 2024 01:41
viernes, 22 de noviembre de 2024 01:41

Aunque alrededor del mundo se desarrollan conflictos bélicos en forma casi permanente desde tiempos inmemoriales, la historia moderna reconoce dos grandes escaladas de violencia global, la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Entre ambas guerras se estima que murieron más de 100 millones de personas, contando militares y civiles. La gran diferencia entre estos horrores, es que una vez concluida la primera Gran Guerra, el mundo creyó que nunca más se llegaría a ese extremo. Por eso se desataron olas de felicidad y distensión, que llevaron a la década del 20 del siglo pasado a ser recordada como “los años locos”, que se extenderían hasta la Gran Depresión de 1929. Por el contrario, cuando el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Japón puso fin a la Segunda Guerra, el mundo se preparó para el tercer enfrentamiento, que por los avances tecnológicos y armamentísticos se calculaba y temía que pudiera llevar a la destrucción total. Fueron los años de la Guerra Fría entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, aliadas y triunfantes sobre el “eje del mal” de la Italia de Mussolini, la Alemania nazi y los japoneses; que comenzaron a dirimir su propia supremacía. Capitalismo y comunismo combatieron indirectamente en conflictos ajenos, sin llegar al cruce directo, en una batalla feroz resuelta al cabo, no por balas, sino por la economía. Los soviéticos colapsaron y Estados Unidos quedó como amo del mundo.


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A casi 80 años del final del horror, la pesadilla de una nueva guerra mundial renace con más consistencia que nunca. La guerra ruso-ucraniana que se extiende desde febrero de 2022, e involucra a casi toda Europa y Estados Unidos contra el régimen de Vladimir Putin, está a milímetros de salirse completamente de control. El principal aliado de Ucrania es Estados Unidos, pero también cuenta con el apoyo de los 27 miembros de la Unión Europea, Gran Bretaña y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que cuenta con 21 países. En el bando contrario, los países que apoyan a Rusia son los que forman la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza militar que fue creada tras la caída de la Unión Soviética y a la que pertenecen, además de Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Fuera de la región, Putin mantiene una relación de cercanía con China, el gigante con el cual suelen actuar coordinadamente ante las Naciones Unidas, y con la Corea del Norte de Kim Jong Un, que pudo crear y probar diferente tipo de armamento nuclear con el apoyo y la intervención diplomática rusa.


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La situación es muy delicada, y el cruce de misiles de los últimos días, hace que ambos contendientes de la guerra ruso-ucraniana se sientan con derecho a llevar el enfrentamiento a una escala nuclear. Entre las especulaciones vigentes, se sugiere que la actual administración norteamericana acelera el conflicto, ante la sospecha de que Donald Trump, próximo a asumir, resolvería el tema con concesiones a Rusia. En el medio, países del Norte europeo comienzan a prepararse para lo peor. Millones de vidas dependen de lo que resuelva a corto plazo. Y países como Argentina, deben medir con máxima prudencia las posibles consecuencias de su política internacional.


El Esquiú.com
 

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