En la última entrevista importante que cedió, en este caso a Clarín, el gobernador Raúl Jalil insistió sobre pun- tos que viene defendiendo hace rato. Con su consigna de “pensar en la gente”, Jalil toma distancia de las disputas partidarias, separa las diferencias políticas a la hora de gestionar con Nación, y pide enfocarse en las necesidades de la gente y no en cuestiones electorales. Quizás por el mismo cargo que ocupa, está obligado a mirar por encima de las rencillas cotidianas, y no se detiene en otra cosa. Parece tener razón en varios aspectos, y pone en evidencia la distancia entre el discurso de la clase dirigente y las preocupaciones cotidianas de los catamarqueños. La continuidad o eliminación de las PASO, la implementación o no de la Boleta Única de Papel, incluso el calendario electoral, son centrales en las discusiones partidarias y acaparan la mayoría de las declaraciones de dirigentes. Pero está claro que al resto de la sociedad le importa poco y nada, ya que enfrenta a diario cuestiones mucho más urgentes.

Paradojas

No es novedoso que uno de los facto- res que más incidieron para que Javier Milei llegara a la Casa Rosada, fue el hartazgo general ante la clase política, profundizada por el sucesivo fracaso de dos gobiernos, como los de Mauricio Macri y Alberto Fernández, que en su momento habían generado reales esperanzas. Defraudados una y otra vez, los votantes optaron por un camino diferente, y terminaron apoyando a quien, con una buena interpretación del momento, se dedicó a defenestrar a toda la casta política. Consumado el triunfo, Milei abrazó a buena parte de la casta, integrándola a su propio gobierno. Lo hizo incluso con figuras a las cuales había descalificado explícitamente, como Luis Caputo, a quien le cedió un sitial preponderante en su gestión. Curioso logro el de Milei, que ejerce la política declarando su aborrecimiento a la política. Pero más curioso aun es que logra mantener ese aura de distinto ya en pleno ejercicio del poder y rodeado de políticos de la vieja escuela. Así lo revela un estudio de la consultora CP Estrategia y Comunicación Política de Daniel Ivoskus, junto a Trespuntozero, que entre otras cosas analizó el clima antipolítica que existe por estos días en el país. Los resultados asombran: más de la mitad de los encuestados dijo no sentirse representado por ningún político. Para el 60% de los encuestados, los políticos no piensan en las personas comunes. Es decir, el descreimiento, el descontento y la decepción perduran, pero por alguna razón, el 66 por ciento rescata la figura de Milei porque “no es un político tradicional”. Todo un mérito presidencial, de quien todavía puede caminar sobre las brasas sin quemarse y convencer a muchos de que todos los problemas son ajenos. Claro está que todavía no llegó al primer año de Gobierno, será cuestión de ver si sostiene ese aura conforme avance su mandato. Quienes confiaron en él lo seguirán apoyando. También Macri contó con un fuerte apoyo inicial, e incluso (tras obtener la presidencia en el balotage de 2015) ganó las elecciones intermedias de 2017 con más votos aun. Pero cuando buscó la reelección se le había terminado el crédito y lo rechazaron. ¿Qué sucederá con Milei? Se sabrá cuando termine la luna de miel, que evidentemente, todavía rige.

Vocero entusiasta

Martín Menem, sobrino del expresidente Carlos Saúl Menem que ejerce la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación, es una de las figuras más promocionadas dentro del espacio libertario, que busca afianzarse en todo el país. Martín, más allá de su función parlamentaria, juega fuerte codo a codo con Karina Milei, y es quien la acompaña en sus giras por el interior. Incluso toma protagonismo cuando la hermana de Javier Milei no viaja, como ocurrió en Catamarca, donde se anunció un acto con ambos y
terminó viniendo él solo. Hijo del exministro Eduardo Menem, en los años dorados en que el “peronismo” riojano conducía el país, Martín se acopló rápido a la mecánica oficial de centralizar sus mensajes políticos en redes sociales. Con un estilo menos agresivo que el presidente, Menem juega a lanzar buenas noticias y a celebrar los éxitos gubernamentales, con sentencias al menos cuestionables. Así, se permite festejar logros imaginarios bastante alejados del camino que transita el ciudadano común: “Hace 4 meses que los salarios le vienen ganando a la inflación. ¿Qué quiere decir esto? Que tu poder adquisitivo mejora de a poquito todos los meses”. Con la misma alegría, anuncia “el fin de la recesión”, o brinda por los puntos que baja el denominado “riesgo país”, todo ello permitiéndose aclarar que “no soy economista”. Pero además de no ser economista, posible- mente no conozca mucho la realidad de los trabajadores, a quienes el sueldo les alcanza cada día menos, y padecen los efectos de tarifazos y subas de precios constantes. Ello no quita que, efectiva- mente, varios indicadores económicos “mejoraron”, como el dólar que de momento se estabilizó. Pero no es un logro para la gente común, al contrario: fue la gente común quien lo costeó con su bolsillo, con los jubilados a la cabeza. Lo que el Gobierno ordena son sus propios números, y los trabajadores pagan la fiesta. Por otra parte, la caída del Riesgo País no es una buena noticia para los argentinos, sino para los acreedores. Y el Gobierno lo celebra porque le abre la puerta a nuevos endeudamientos, sin contemplar que fue la deuda contraida la que nos trajo hasta aquí. En resumen, las visiones sesgadas no se sostienen más que unos pocos segundos, por mucho aparato oficial que se dedique a difundirlas.

Recuerdos

Hace una década, mientras ejercía la Presidencia de la Nación, Cristina debió permanecer casi tres semanas fuera de sus funciones, la primera de ellas internada, debido a una sigmoiditis, enfermedad que provoca la inflamación de una parte del intestino grueso y provoca un dolor agudo en el abdomen. Fue un domingo que la entonces mandataria se sintió con fiebre y molestias, y cuando llegó a un sanatorio lo hizo sin saber que permanecería allí una semana internada. Incluso cuando le dieron el alta médica, le ordenaron que hiciera reposo otros diez días, tal la delicadeza del cuadro. Pocos días antes había fallecido Néstor Kirchner, quien desoyó consejos médicos de frenar su actividad, de manera que Cristina no repitió el error y les hizo caso. Por eso, desistió de viajar a la cumbre de presidentes del G-20 que se hacía en Australia. En su lugar fueron el ministro de Economía, Axel Kicillof (actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires), y el canciller Héctor Timerman (fallecido en 2018). Ellos fueron los encargados de representar a la Argentina en el encuentro de los países más poderosos del mundo. Finalmente, Cristina completó su recuperación y sigue activa hasta hoy sin mayores inconvenientes.

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