El Secretario

Extraña promoción

martes, 3 de diciembre de 2024 02:32
martes, 3 de diciembre de 2024 02:32

En los últimos días se viralizó un bizarro video de aproximadamente un minuto de duración, en el que cuatro personas con sus rostros tapados y vestidas como si estuvieran en la unidad infecciosa de un hospital en tiempos de pandemia advertían, armas en mano, que estaban instaladas en Buenos Aires y que iban a dejar muertos, con amenazas para algunas autoridades. El Gobierno nacional se ocupó de inmediato de darle enorme difusión a la filmación, otorgándole incluso un rápido comunicado de Presidencia en el que se dictaminaba ipso facto que se trataba de “una clara amenaza terrorista”.


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El hecho generó las más diversas reacciones. Algunos lo consideraron una burda puesta en escena motorizada por el propio Gobierno, otros como un hecho de escasa relevancia que quiere ser aprovechado como una excusa oficial para intensificar medidas de represión y “mano dura”, y otros que simplemente tomaron por cierta la versión oficial, interpretando que ha surgido un riesgo concreto para la seguridad nacional. Puesto que no hay más elementos para juzgar que el propio video, ya que no se identificó a ningún responsable por su circulación ni a quienes allí aparecen, cualquiera de las posibilidades puede ser cierta. En esta instancia, se hace imposible discernir el límite entre la payasada y la tragedia y todas las puertas de la especulación quedan abiertas.


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No obstante la total ausencia de certezas, las opciones primigenias son sólo dos: el video es real o falso. Y en ninguno de los casos se entienden el fervor ni el entusiasmo oficial por darle tamaña promoción. Al margen de la ya demostrada tendencia libertaria de calificar cualquier cosa como “terrorismo” (lo hizo hasta con una manifestación de jubilados en inmediaciones del Congreso), se percibe en el aire el interés oficial, incluso el evidente esfuerzo, por generar temor en la población. Este mecanismo no es novedoso y ha sido utilizado hasta el cansancio por diversos gobiernos del mundo. El temor disciplina, el temor justifica, el temor distrae. Todos beneficios para quien ostenta el poder, con un agregado: permite magnificar siempre la condición de “malos” de actores externos, afianzando para ellos mismos, por decantación, el rol de “buenos” que no consiguen ocupar por acciones propias. En un país que conoció el terrorismo real como Argentina, donde la población fue castigada por actos terroristas internos, internacionales y por largos años incluso el propio terrorismo de Estado que parte del actual Gobierno reivindica; el tema merecería ser tratado con más seriedad y prudencia. Un buen comienzo sería evitar el juego de psicopatear a la población con mensajes que ni el propio Gobierno sabe a quién atribuir. Hasta entonces, podría el Ministerio de Seguridad percatarse de que, si una amenaza de ese tenor emergiera, no sería otra cosa que una señal de su propia inoperancia.


El Esquiú.com

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