El Secretario

jueves, 29 de febrero de 2024 01:41
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Razonamientos lógicos

El Papa Francisco se pronunció fuertemente sobre la situación del país y, en armonía con su línea de pensamiento, reclamó un Estado presente para asistir a quienes lo necesitan: “Vivimos épocas de tanta injusticia, pocos ricos y cada vez más poderosos, y millones de pobres negados y descartados. Los derechos sociales no son gratuitos, la riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas. El Estado, hoy más importante que nunca, está llamado a ejercer ese papel de redistribución y justicia social. Las normas, queridos jueces, ya han sido dictadas. Rigen. El problema, es su vigencia efectiva, su concreción”.

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El Gobierno, a través del vocero Manuel Adorni, rechazó la sugerencia y arremetió con su propia lógica: “Lo ha dicho el Presidente de la Nación en más de una oportunidad entendiendo que la justicia social en esta lógica de sacarle a unos compulsivamente para darle a otros a criterio del funcionario de turno ha logrado en la Argentina y en el resto del mundo donde se utilizó el Estado de esta manera, lo que hoy estamos viviendo que es un 50% de pobres. Eso significa muchos millones de argentinos que el bendito Estado presente evidentemente les ha quitado todo y no les ha dado absolutamente nada”.

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El razonamiento de Casa Rosada es lógico y el silogismo está bien construido: “Argentina defiende la justicia social y el Estado, Argentina tiene altos niveles de pobreza, ergo, la justicia social y el Estado generan pobreza”. ¿Cuál es el problema entonces? Que parte de una premisa falsa, al igual que “Los hombres vuelan, Juan es hombre, ergo Juan vuela”. También allí hay un razonamiento de implacable lógica, pero tan falso como que la justicia social empobrece. Es lo que el Gobierno no advierte, porque aferrado a su fundamentalismo acomoda números, situaciones y datos como le place para convencerse de que siempre tiene razón. La respuesta más sencilla está en la realidad de los argentinos y su historia, esa historia que el liberalismo desconoce o no quiere ver, porque la necedad impera en sus filas.
El Esquiú.com
 

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