El Secretario
Análisis poco serio
Los principales referentes locales de la Unión Cívica Radical, principalmente a través de redes sociales, procuraron mostrar velocidad de reflejos y salieron en masa a responsabilizar al Gobierno provincial por los dramáticos índices de pobreza e indigencia divulgados oficialmente en la jornada del último viernes. Quizás interpreten que es su rol opositor, y sientan el deber de culpar de todos los males a sus adversarios políticos, eludiendo el más liviano ejercicio de reflexión que una declaración pública exige. “Tarea cumplida”, pueden haber pensado no bien publicaron sus acusaciones, sin advertir que esta vez no hay modo de que su razonamiento se sostenga, ya que requeriría que la población entera se sumerja en un océano de inocencia extrema para acompañar una mirada tan sesgada, intencionada y pueril.
Suponer que Raúl Jalil es el gran responsable del crecimiento de la pobreza se dificulta, en principio, cuando el fenómeno se presentó con la misma intensidad en todo el país, que cayó a niveles paupérrimos que no se conocían desde hace décadas. No hay modo de adjudicarle a Jalil lo que ocurre en Buenos Aires, Tierra del Fuego, Chaco o cualquiera de los otros 23 distritos que no gobierna, y que reflejan el mismo desastre. Por otra parte, Jalil gobierna desde hace casi cinco años y estos pésimos números aparecen por primera vez, tamaña casualidad, en coincidencia con la gestión de Javier Milei. El recurso de culpar a gestiones anteriores por la situación actual puede ser efectivo apenas un mandato se inicia, pero próximo a cumplir un año, Milei y sus aliados, incluyendo a gran parte de los radicales, deberían ya asumir la responsabilidad que les cabe. O en todo caso, si tanto gustan seguir mirando atrás, asumir lo que les corresponde por haber acompañado con fervor la nefasta gestión de Mauricio Macri, generador junto al reciclado Luis Caputo, de la deuda con el FMI que sepultó a los argentinos.
No fue Jalil quien devaluó 120 por ciento el peso, quien cortó los subsidios a la energía y al transporte, quien paralizó obras, eliminó el Fonid, ni quien envía toneladas de oro a Londres. No fue Jalil quien vetó los aumentos a jubilados ni el financiamiento universitario. No fue Jalil quien decidió miles de despidos o empujó al cierre de fábricas y comercios. Fue Javier Milei. No hay modo de disfrazar la realidad: quien generó estos niveles casi inauditos de pobreza e indigencia fue Milei con su salvaje plan empresarial liberal libertario. Es innecesario aclararlo porque lo saben todos, incluyendo a los radicales catamarqueños que impostan indignación y preocupación aquí, mientras allá abrazan sumisos y se ponen a las órdenes del muchacho de la motosierra. Nadie está obligado a declarar en su contra, tienen derecho a disimular y fingir. Pero entiendan que un decoroso silencio los expone menos que esta pantomima de sensibilidad social.
El Esquiú.com