El secretario

La nueva política se parece a la vieja

martes, 7 de enero de 2025 00:00
martes, 7 de enero de 2025 00:00

Liderados por Javier Milei, los libertarios se jactan de su pureza  y honestidad, definiéndose como “las fuerzas del cielo” que llegaron para terminar con las ratas, la miseria y la corrupción de la casta. Nobles objetivos por cierto, pero que distan bastante de la realidad, a juzgar por los abismales contrastes entre el discurso teórico y la ejecución empírica del poder. Si para muestra basta un botón, puede tomarse, entre muchos otros ejemplos de nepotismo, acomodos y privilegios, el caso de Andrés Vázquez, flamante titular de la Dirección General Impositiva (DGI). Apenas siete días después de ser designado en el cargo por el presidente Javier Milei, el funcionario firmó el ascenso de su pareja, María Eugenia Fanelli, a un cargo de alta relevancia dentro del organismo, salteando rangos intermedios y con un aumento salarial considerable.

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Según informó el matutino La Nación, la disposición, firmada únicamente por Vázquez, permitió que Fanelli pasara de ocupar una jefatura de sección técnico-jurídica, con un sueldo neto aproximado de entre 3,8 y 4,2 millones de pesos, a liderar la Dirección Regional Centro II de la Ciudad de Buenos Aires. Este puesto, uno de los más importantes en el área metropolitana, implica la fiscalización de medianas y grandes empresas y conlleva un salario que oscila entre los 7 y 8 millones de pesos. El Código de Ética del organismo prohíbe explícitamente la intervención en cuestiones donde exista un interés personal o vínculo conyugal. Quizás por ello, fuentes internas describieron la promoción como “inusual” y “anormal”, al considerar que podría colisionar con dichas normativas éticas.

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El vínculo entre Vázquez y Fanelli se remonta a años atrás, cuando coincidieron en la Dirección Regional Sur Metropolitana. A pesar de las controversias que rodearon su carrera, incluido un sobreseimiento judicial en una causa por cuentas no declaradas en el extranjero, Vázquez recuperó relevancia política tras la llegada de Javier Milei al poder. Vázquez ya había llamado la atención por la compra a través de sociedades del exterior de tres inmuebles en Estados Unidos por más de 2 millones de dólares que nunca consignó –ni las sociedades, ni los inmuebles– en sus declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción (OA), todo un detalle si se considera que está al frente del organismo que lucha contra la evasión. Quizás también a él, como a otros evasores, Milei lo considere un “héroe” por robarle al maldito Estado. En todo caso, queda claro que es más fácil ser acusador y transparente desde la oposición que desde el gobierno, y que la “nueva política” libertaria se parece bastante a la vieja.

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