El Secretario
La violencia como idioma en el país “libertario”
En el recinto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, legisladores del oficialismo gritan, se insultan y se toman a golpes de puño. Unos metros más allá, en las inmediaciones del palacio legislativo, la guardia de infantería noquea a una abuela de un palazo en la cabeza, se tiran gases lacrimógenos, balas de goma, motos y camiones hidrógenos avanzan sin piedad sobre los manifestantes que acompañan el reclamo de los jubilados. Nación difunde un tardío comunicado a casi una semana de la tragedia de Bahía Blanca para anunciar finalmente que aportará dinero. Primero hace un poco de propaganda y dice que la ayuda es “gracias al equilibrio fiscal de este gobierno”, y unas líneas más abajo condena la “utilización política” del desastre, mientras todavía buscan desaparecidos y se cuentan cadáveres en el sur bonaerense. Cerca del Congreso, se cuentan por decenas heridos y detenidos, incluyendo desde adultos mayores a periodistas.
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Javier Milei va moldeando la Argentina a sus formas. Porque se advertía que su sistemática vulgaridad y sus constantes insultos, que reparte desde la oposición hasta el Papa Francisco, no era sólo un detalle de malos modales. Es una forma de actuar, que más temprano que tarde se traduce en lo que ocurre ahora. La violencia naturalizada, la violencia como idioma para responder a cualquier conflicto, desde un reclamo justo en las calles hasta una desavenencia en el propio bloque oficialista del recinto donde están los representantes del pueblo.
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No existe la sociedad ideal y perfecta, donde reinen permanentemente la paz, la solidaridad y la armonía. Pero esos valores deben estar, al menos como guía, como meta, como horizonte a seguir. Cuando se abandonan por completo, cuando la máxima autoridad del país trata de “mierda” y avisa que va a hacer “correr” a quienes no piensan como él, lo demás viene por consecuencia lógica. Una realidad lamentable, aunque esta vez le sirvió al gobierno, al menos, para que no se hable de la criptoestafa y la entrega al FMI bajo la forma de otra deuda absurda. Casa Rosada puede contar como un éxito lo sucedido ayer.
El Esquiú.com