Luis Gómez

“El folclore viene de sangre en mi familia”

Bailarín.
jueves, 28 de octubre de 2010 00:00
jueves, 28 de octubre de 2010 00:00

Luis Gómez, 62 años, es jubilado de la provincia. En el año 1972 se recibió de profesor de Danzas Folclóricas. Realizó un curso de coreógrafos en Buenos Aires. Hace 38 años que se dedica al folclore y 16 años que se involucró con el tango. Fue finalista en el Mundial de Tango en el año 2009, logro que destaca con orgullo. Casado, es padre de 4 hijos y tiene con 4 nietos.

 

- ¿Qué nos puede decir acerca de sus inicios en el baile?
- Mis inicios en la danza fueron con Flor de Tusca, dirigido por Juan Carlos Lugones, en el año 1965. En el año 88 vino a la provincia Norma Viola (lo acompaña en la foto) a dirigir un ballet para la Fiesta del Poncho. En ese momento tuve la oportunidad de conectarme con ella y poder hablar para ver la posibilidad de bailar en Buenos Aires o poder realizar cursos.
Después pasé al ballet de la provincia, ahí estuve tres años y luego me independicé, y en ese tiempo siempre realizaba danzas folklóricas.

- ¿Por qué se decide por las danzas folclóricas?
- Inicié en el folklore porque unos tíos míos era bailarines, otro tenía coche a caballos y era uno de los pocos que había en la provincia. Su nombre era Valerio Oliva, él bailaba en la plaza con un caballo malakai y se bajaba de un escenario que estaba situado frente al teatro Catamarca y ahí bailaba. Además bailó con una bailarina muy reconocida santamariana, Margarita Palacios. Mi padre era un gran bailarín, pero no era de academia y mi madre también fue una gran bailarina. En la actualidad mis hijos son cantores y bailarines. El folclore ya viene de sangre en mi familia, es por eso que decidí comenzar a estudiar en una academia, aparte quería aprender y con el tiempo me recibí de profesor de danzas. Con los años fui a hacer un curso de coreógrafo con Norma Viola en Buenos Aires. Cuando tuve la posibilidad de hablar con ella le pregunté si había cursos allá en Buenos Aires, además me interesaba comenzar a aprender coreografía y ella me dijo que sí, por lo tanto me dijo que me iba a llamar por teléfono para ver qué día concretábamos un encuentro. Lo sorprendente es que pasó un año y recién me llamó. Me dijo, “venite que ya está el curso para coreógrafo”. De inmediato me fui a Buenos Aires. Cuando volví a Catamarca me independicé y comencé a enseñar particularmente en la primera escuela de folclore de Catamarca, con Piriqui Pérez, que fue un gran amigo mío. En esa academia enseñaba malambo para alumnos que recién se iniciaban.

- ¿Cómo era el folclore en esa época?
- Era muy tradicional, había antes muchas danzas, pero el folclore se bailaba tradicionalmente, en cambio ahora se aplicó mucho la elasticidad, la proyección del baile, pero yo me quedo con el baile tradicional, porque ahí es donde se sabe cuál es el bailarín que está capacitado o no. En esos tiempos había alrededor de 500 a 600 chicos en las academias, tenía dos cursos y ahí estuve alrededor de ocho años brindando docencia. Cuando yo enseñaba también veía mi aprendizaje por las prácticas que tenía, y ahí fue donde decidí independizarme. Con el tiempo comencé a proyectarme. Sabía tener un ballet muy lindo que se llamaba “Los Diablos”, le pusimos ese nombres porque éramos tres varones y una mujer, además todos teníamos ponchos rojos. Este ballet comenzó en el año 78. Teníamos lindas experiencias porque con monedas ahorrábamos para comprar las telas y como había una de color rojo, barata, compramos ese color. Ahí trascendimos por todos los festivales de los departamentos, hasta hemos llegado a San Luis, en la localidad de Villa Mercedes, invitados por el intendente de allá porque nos vio bailar en El Poncho. Nuestro espectáculo era con bombos y boleadoras, era una danza estilizada y no tenía nada de tradicional, optamos por ese estilo para que fuera más vistoso.

- ¿Cuándo decide ingresar al tango?
- Cuando Norma Viola pertenecía a la Secretaría de Cultura de la Nación, mandó dos coreógrafos de tango a Catamarca, y de ahí me atrapó el tango. Siempre fui de escuchar y bailar tango pero tan sólo en reuniones, pero del día que los conocí a Miguel Ángel Soto y Osvaldo Soto en Buenos Aires para el curso, ellos nos decían que teníamos que hacer algo de tango para un evento que estábamos enseñando. Esa experiencia fue cansadora y bella a la vez, porque teníamos que estar de las 9 hasta las 12, luego de las 14 hasta las 18 y terminábamos de 21 a 24, porque nos decían que teníamos que aprender bien. Fueron 15 días ensayando la coreografía, fue una exigencia total como tiene que ser en un profesional, porque siempre digo que si me pongo la bota para mañana y nunca ensayé, nunca va a salir bien una puesta en escena.
En Catamarca puse la academia que se llamó “Tango y folclore”, en la mutual Fray Mamerto Esquiú.

- ¿En qué año participó en el Mundial de tango?
- Antes de participar en el Mundial fui varios años profesor de tango de salón, tradicional y siempre con el tango al piso.
Tuve la gran sastifacción de ser un finalista en la categoría salón en 2009, en un certamen que se desarrolló en la Trastienda. Fue una gran satisfacción y me emocionó cuando conocí a varias parejas de todo el mundo, como de Colombia, Japón…Aunque trataba de conversar con gente del mismo idioma para poder entender. Los bailarines latinoamericanos iban auspiciados por la Dirección de Cultura de su país y ellos me preguntaban a mí, ¿quién te paga a vos?, yo les decía que nadie. En mi caso tuve que sacar un préstamo para poder viajar y participar del mundial, pero no me importa haber gastado esa plata porque la sastifación de participar no me la quita nadie. Este año no pude viajar a pesar de que fui invitado por la organización, por no tener los medios económicos.

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